jueves, 10 de enero de 2019

Escribí un libro







Y no morí en el intento.

Es posible que sí desfallezca la tarea de revisarlo y corregirlo. ¡Por Dios! ¿Por qué son tan largos los libros? Porque por eso son libros, sino serían posts como este. Ingeniosa pregunta la tuya, cada día me sorprende más tu sagacidad. 

Fue así como descubrí que lo más fácil y divertido era escribir un libro. Si esto era todo, ¡puf! ¡Ahora quiero escribir veinte libros! Aunque lo de la revisión y corrección no estaría siendo precisamente mi fuerte, ni una tarea que me entusiasme de gusto hacer.

En fin. No soy la única que está llevando esto a cabo. Amigos y amigas queridos me dieron una enorme ayuda con ello, y les estaré eternamente agradecida. Me estaba quedando bizca.

Se me ocurren mil cosas para contarles acerca del backstage de la escritura de este, mi primer libro terminado, y el cuarto empezado. Comenzando por el hecho de que la sóla acción de concluirlo exhorcisó un demonio interior que me hacía "Buuuuu" por las noches, susurrándome: "¿Un nuevo libro que no vas a terminar?" 

Bien malo este demonio. Lero, lero, ahora te fuiste. Te saco la lengua un ratito. Lo logré.

Se me ocurren tantas cosas, que no sé bien que contarles, porque he sacado muchas cosas en limpio de toda la experiencia, y he sufrido una serie de altibajos emocionales -algunos picos muy altos y otros demasiado bajos- después de finalizar la enorme tarea.

Entretanto, el comienzo de año me llevó a poner orden a varios asuntos de mi vida, desde los más importantes, hasta los más nimios, y a este blog le ha tocado su parte. Releer los primeros post para corregirles algunos errores gramaticales o de tipeo, me hizo revivir las emociones del comienzo de esta aventura literaria.

Muchos de mis lectores de hoy, se fueron sumando especialmente después de "¿Te parece caro mi trabajo?". Previamente a ese post, sucedieron muchas cosas, y también escribía de una manera diferente. Es decir, no es que haya cambiado mi estilo, sino que mis escritos eran más cotidianos y publicaba con mucha frecuencia.

Si por mi fuera, publicaría aquí siempre. De hecho, todos los días escribo. No habría diferencia entre hacerlo acá o en mis cuadernos. Pero los menesteres cotidianos, las nuevas exigencias que acarrea la flamante publicación del libro, y el contenido para los demás blogs y diferentes redes sociales, me insumen muchísimo tiempo.

Dentro de muy poco, -y ya lo he anotado en mi lista de deseos- me voy a encontrar entrevistando posibles comunity managers que me hagan el enorme favor de alivianarme el trabajo.

Volviendo a lo de los primeros post del Diario, Andrea me sugirió que los compartiera con los suscriptores al boletín de correo electrónico. De verdad que fue una excelente idea, porque no esperaba tantas respuestas positivas a la iniciativa. Fue una hermosa manera de saber de ustedes que están del otro lado, de conocerlos un poco más. Me he alegrado mucho por eso.

Por otra parte, la conclusión del libro me ha generado una especie de sentimiento de duelo. El fin de un ciclo. Lloré de alegría con el último párrafo y también lo hice de tristeza por su término. Me volqué en mis hilos y agujas para sobrevellar ese dolor sordo que no lastimaba, pero incomodaba mucho.

Asimismo, encontraba la editorial con la que publicaré, y ese hallazgo significó una bendición enorme. Se aproximaba el Año Nuevo, concluía el reto de gratitud de veintiocho días del libro La Magia de Rhonda Byrne. Tenía el alma al aire. Me emocionaba por todo. Mi casa se llenaba de visitas todos los días.

Caía en la cuenta y tomaba consciencia de que acababa de cumplir un sueño, y más que eso, un propósito que me prometí a mi misma es este post: Escribiré un libro.

Y como si todo esto no fuera poco, me topé con un libro fantástico: Conversaciones con Dios. Me quedé helada al descubrir que el mensaje último del libro Diario de una Artesana no sólo era similar, sino casi idéntico, sólo que orientado específicamente a nosotros, los que hacemos arte con las manos.

En realidad, no necesitaba pruebas para saber que la inspiración para escribir ciento cuarenta páginas acerca de mi historia artesanal y el proceso creativo de mis trabajos provenía de una Fuente más grande que yo. Lo sabía intuitivamente. Lo sentía con todo mi ser.

¿Porqué sino experimentaba tanta dicha escribiendo? ¿De qué otra manera podía explicar esa sensación de separarme de mi cuerpo, correr mi ego a un lado, y sentir que mis manos se deslizaban solas por el teclado de la netbook?

Es curioso que mi propio encuentro con Dios haya sido a través del trabajo de mis manos, pero no era imposible. Él tiene tantos caminos como seres humanos habitan el planeta Tierra.

Lo maravilloso fue descubrir, que en última instancia, se trataba de otra oda al Amor, de todas las odas que he escrito, tejido y cantado a lo largo de mi vida.

También me causó gracia la paradoja de que Gisela al leer el borrador, haya dicho que el libro del Diario era la futura Biblia de los artesanos, con once máximas para guíarse en esta actividad que trasciende lo laboral y profesional, que en mi caso -como el de muchos-, se trata también de un estilo de vida, y de un conjunto de valores que rigen nuestras vidas cotidianas.

Me causó gracia porque no me parecería buena idea pasarme cuarenta años atravesando un desierto. Menos ahora que encontré el oasis. No me sientan bien las barbas ni las túnicas. Tampoco me gustaría que esas máximas se conviertan en mandamientos intrasigentes e inflexibles. O que a alguien se le ocurra crear una nueva religión o ideología en torno a ellas. No.

Religión para mí es sentarme todos los días a mover las manos. Encontrarme en cada punto que tejo. Y en cada palabra que expreso. Hacer lo que amo. Porque lo amo. Y nada más. No hay que complicarse demasiado. En realidad, es todo mucho más simple.

En fin. Escribí un libro y sobreviví. Empecé a escribir el segundo: Mimbre. Que no se parece en nada al Diario y se presenta en otro formato diferente. No por eso carece de fuerza, y promete sorprenderme incluso a mí misma.

Todavía me cuesta llamarme escritora. Me sigo sintiendo cómoda como artesana, pero la vida sucede al otro lado de la zona de confort, así que no me quedaré allí por mucho más tiempo. Quiero experimentar la vida al máximo de mis posibilidades.

Retomé todos esos proyectos abandonados a su suerte en la caja plástica de los pendientes, para sentir que tengo suelo bajo mis pies, y no marearme por el vértigo del sueño cumplido.

Si yo pude, un día, hace casi dos años, crear este blog con el único propósito de dar rienda suelta a los pájaros de mi cabeza, sin esperar nada, sin expectativas; sólo por el placer de expresarme... y descubrir que de ello podía ayudar a otras personas a clarificarse o encontrarse a sí mismas en su oficio de artesanos...

Si de eso luego surgió un libro que fue mi propio encuentro conmigo a través de todos ustedes...

Si pude, comenzando con prácticamente nada, sólo las ganas... Ustedes bien pueden, si quisieran, cambiar el mundo ahora mismo. Tampoco necesito explicar con qué, porque poseen la herramienta más valiosa para hacerlo: sus manos.

Cómo les he expresado especialmente estos últimos tiempos, los sueños se cumplen. Cumplan los suyos. No necesitan nada más que las ganas.

Escribí un libro y no morí en el intento. Y como molesto a todo aquél que quiera oírme diciéndo que persigan sus sueños, tuve que cumplir el mío para demostrar que cualquier persona, con absolutamente nada, también puede. 

Cumplí mi sueño para demostrar la veracidad de lo que afirmo. Aunque bien sé que lo que es Verdad, no necesita defensores.

Sólo espera paciente a quiénes quieren vivir de acuerdo a Ella.












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3 comentarios:

  1. Que bueno Ceci!!! Solo te queda lo de plantar un árbol..o ya lo hiciste?? Con respecto a lo de pasar de artesana a escritora..en mi opinion personal un escritor tambien es un artesano que modela palabras hasta el punto de proyectar imagenes o sentimientos en la persona del lector...y ni decir de aquellos q modelan la personalidad del que los lee..tu fiel lectora..

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    Respuestas
    1. Jaja! Ya conversamos lo del árbol!

      Me encantó la analogía que hiciste respecto al escritor como artesano de las palabras. Creo que te la voy a tomar prestada para un próximo post! Gracias, Sil! Te quiero mucho!

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  2. Es que lei primero el post..porque me salio en el mail..comenté y luego vi la respuesta en el face...😂😂😂

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