jueves, 20 de diciembre de 2018

Valentía






Tenía un par de ideas fresquitas, lindas, navideñas, y empalagosas para el último post del Diario veinte dieciocho. Ideas no tan Grinchs -como en verdad soy- y más de la categoría "para toda la familia".

¡Pero les gusta darme soga! Hay gente capaz de sacar el demonio que habita en mí. El hermoso, verde y feo Grinch que llevo dentro. 

Así que hoy voy a apelar al humor para que nos ríamos todos juntos de las cosas absurdas que después de millones de años de evolución del ser humano, todavía continúan ocurriendo, pero también voy a llamar la atención y a decir las cosas como son, sin tapujos ni colchones.

Bienvenidos a bordo, abróchense los cinturones, porque estoy incontenible. Que alguien me ataje... si puede.

Voy a mencionar el consabido plagio en las redes sociales con el único fin de dar el contexto apropiado a lo que realmente quiero comunicar. De lo que en verdad quiero hablar, es de la valentía. Porque en eso se resume todo.

Otra vez tuve que vivir la penosa situación de ver mis hijas, mis palabras, en muros ajenos de Facebook, sin mención alguna de su origen o autoría.

Ok. Les encantó. ¡Qué halago! Les gustó tanto que copiaron y pegaron, pero cuidando de retirar el hashtag #diariodeunaartesana de la publicación original. La verdad que me asombra la pericia, la destreza, y el arte de manejar de manera tan magnífica los botones derecho e izquierdo del mouse. ¡Una gran labor! 

-Basta, Cecilia, quedamos en que no más quejas, porque tu estómago se irrita, ¿Te acordás?- me dice mi voz interior.

-Tenés razón, las quejas son fugas de energía y dan dolor de panza, y ahora mismo las necesito para terminar este post- le respondo.

-Proseguí con tu relato, sin quejas, por favor.

-Encantada.

Hace unos días, encontrándome en un maravilloso estado de éxtasis y plenitud, de esos que son el resultado de días enteros de disciplina, de hacer ejercicios escritos de gratitud, de estrenar nueva identidad visual en el Diario, y de estar a dos capítulos de concluír mi primer libro, escribí unos cuantos párrafos expresando mis sentimientos e impresiones respecto al arte de tejer.

En ese estado de dicha, no era extraño que mi pluma reflejara mi interior. ¡Claro que el escrito estaba bueno! Está mal -quizás- que me vanaglorie de un resultado que soy consciente que no produje. La verdad es que, si mis palabras se leen lindas, es porque sé con certeza que seres muy luminosos me las dictan.

No tengo talento para escribir, porque redacto como hablo. Lo que sí poseo es la capacidad de canalizar mensajes poderosos. Ese es mi verdadero don. Mi trabajo es el trabajo de la Divinidad. Mi arte, es arte a Su servicio.

Ahora bien, ¿quién es la que lleva a cabo el trabajo más pesado? ¿Quién tipea las palabritas, juega al puzzle con párrafos enteros, saca las fotitos, publica y comparte en las redes sociales? ¡Eu!

Así que aclaremos el panorama desde el principio. Las ideas son ideas. Los sueños son sueños. Todos tenemos ideas, sueños y la correspondiente capacidad de llevarlos a la práctica. Pero ¿cuántos son los que lo hacen?

Si cada persona del planeta Tierra, ahora mismo estuviera llevando adelante sus ideas y persiguiendo sus sueños, no estaría acá escribiendo éstas cosas. Amén de que el mundo sería un lugar bien diferente. Todos serían felices y comerían perdices por siempre jamás.

Al igual que todo ser humano sobre la faz de la tierra, tengo ideas, y tengo sueños. No son originales, ni innovadores, ni novedosos. Tampoco hay nada nuevo bajo el sol. Los grandes avances, técnicas, tecnología, etcétera, no son más que un montón de reversiones, vueltas a reversionar de las cosas que ya están inventadas.

De repente, llega alguien que se le ocurre juntar dos cosas que ya existían y crea algo que llamamos nuevo. Antes del tipo que inventó las maletas con las rueditas, ya existían las valijas y las ruedas.

La palabra innovación, para mí significa nueva versión o versión mejorada de cosas ya inventadas. Tampoco ninguna idea es absolutamente y sin lugar a dudas, lo que se pueda llamar, puramente original.

Mi mensaje implícito tampoco es novedoso. Si saben hilar finito, ya se habrán dado cuenta que todos mis escritos son odas al Amor, a la Unidad, a la introspección para encontrar la belleza en todas las cosas, que luego se refleja por medio de diferentes formas de arte.

Hace dos mil años un señor con barba y pelo largo ya decía estas cosas, inspirando a los hippies a implantar el look y parte de su mensaje. Antes que él, los profetas hindúes, musulmanes, tibetanos y quién sabe de qué otra nacionalidad, también hablaban de lo mismo. Desde que el mundo es mundo, -y supongo que incluso antes-, ya existía el Amor. O sea...

Sé que no estoy inventando nada nuevo, sé que lo que digo tampoco lo es. Pero mi forma de plantearlo, y el enfoque que le doy desde el trabajo manual, desde mi oficio de artesana, eso sí que es de mi cosecha.

Además tengo la valentía de llevarlo adelante. Hago la parte que me toca. Hago mi trabajo.

No me pongo a reparar en si mi caripela será atractiva o no cuando grabo un video, o me toman una fotografía. Soy miope, pero no ciega: veo mis arrugas, los dientes que me faltan, y los que si tengo, mal alineados; mis costillas sobresaliendo por encima de la ropa, mi nariz aguileña y tantas cosas más. Me importa un rábano, porque lo que tengo que decir es más importante que mi aspecto.

Tampoco tengo miedo de qué pueda pensar la gente. De hecho, vengo de un lugar en el que mis excentricidades nunca encajaron. El mote más suave que me pusieron fue "loca".

Nadie entendía porque declinaba las ofertas de ir a bailar al boliche, para encerrarme a leer libros o doblar alambre. Algunos me aman demasiado, otros me admiran, la mayoría no me comprende en determinadas terquedades personales, o me amonestan por no estar al día con las noticias, ni mirar la tele. Algunos me temen, porque mi lengua puede ser letal en algunas ocasiones, otros me respetan por el mismo motivo. Unos pocos me envidian o me odian. Y el resto del mundo, ni siquiera me conoce, como para opinar algo.

Pero ¿miedo? No, señor. Inseguridad, sentirme en la cuerda floja: sí, todo el tiempo. Pero ¿miedo al punto de detenerme y paralizarme? No. Eso sí que no.

Toda mi vida viví así. Rebelándome contra lo establecido y luchando por salirme con la mía: que no es ni más ni menos que la libertad de ser yo misma. Que me dejen ser. Elegir que quiero pensar, opinar, hacer, y expresar. Que no me vengan a vender una ideología o un color sólo porque está de moda, aunque no resista ni un mínimo análisis objetivo. Si una idea suma a mi vida, yo solita me la compraré. Y si el color que me refleja no está disponible, me lo crearé.

Hoy, muchos de ustedes llaman a mis escritos una genialidad. Pero no fue hace mucho cuando los tildaban como un manojo de locuras.

Claro está, antes no me valoraba como lo hago hoy, ni confiaba en mis capacidades. Ese es precisamente el quid de la cuestión: la valentía de ser uno mismo con todas las consecuencias. 

Tengo la valentía de ser yo con todas las consecuencias, decir lo que pienso a mi manera.

Por eso escribo.
Por eso no puedo dejar de escribir.
Por eso canalizo algo mucho más grande que me susurra lo que hay que hacer, me sostiene cuando quiero claudicar, y me apoya en mi propia versión de la felicidad. Estoy alineada con quién soy: una artista. 

Bueno, una artista Grinch para ser más precisa, que detesta el consumismo desmedido de éstas fechas y apela al sentido común para que comprendamos la verdadera finalidad de las fiestas de fin de año: compartirnos con nuestros seres queridos.

En fin. Volvamos a la valentía y a su antagónico: la pereza. ¿Qué es sino copiar y pegar? Simple pereza. Valentía mal enfocada para borrar un hashtag que menciona a quién se tomó el tiempo y la molestia de hacer el trabajo, pero pereza de producir su propio escrito, a su manera, con sus palabras. Evitar ser uno mismo y no alinearse a su esencia para canalizar algo superior que le inspire.

Destreza para agregar su propia personalización al pie de lo ya escrito, pero cobardía de aventurarse en el trabajo puro y duro, ad honorem, de replicar lo yo hice para llegar a este punto: crear un blog, personalizarlo, escribir regularmente, estudiar todos los días y seguir aprendiendo cosas nuevas para superarme en calidad.

Aquí vale una salvedad. Y es preciso que la mencione, porque es síntoma de una nueva consciencia. Muchas personas pidieron permiso y autorización para copiar el escrito en sus páginas, como una publicación aparte, haciendo mención a su origen. ¿Me negué? ¡Claro que no!

Si me tratan así, les doy lo que quieran, mi casa, mis lanas, el gato del vecino... dénme palmaditas en las nalgas y llámenme Marta, si lo desean. ¿Cómo me voy a negar? Están reconociendo mi labor, y eso es todo lo que pretendo.

Otras personas, accedieron a mi pedido de agregar la mención omitida, alegando que desconocían el autor del texto, que lo habían encontrado ya así, anónimo. Es comprensible en la jungla de la web. Disculpas aceptadas.

Ninguno de mis descargos anteriores son para ellos. Una persona aquejada por la pereza no leerá este post, por razones más que obvias.

Pero que sepan, -si un día, por azares del destino logro cazarlos, o se cruzan con este post-, que no está bueno matar al mensajero con la ignominiosa acción de borrar su nombre para atribuirse la redacción del mensaje, o adjudicarse el desempeño del arduo trabajo que conlleva. Trabajo que, dudo que sean capaces de emprender mientras su pereza los domine.

Las ideas están todas ahí. ¡Ya se inventaron todas! También comparto las publicaciones que me gustan. Admiro a una enorme cantidad de gente. Leo lo que escriben y producen los demás, me siento identificada en los textos ajenos, como si tocaran una fibra íntima de mi ser o me leyeran la mente.

Soy una incansable buscadora de belleza, por eso siempre la encuentro allí donde mire. Puedo llorar una canción entera,  abrazar un libro o quedarme helada de disfrute frente a un cuadro, escultura, artesanía o fotografía.

La pregunta es: si a mi no me cuesta nada indicar quién lo hizo, quién lo dijo, o quién lo escribió, y además lo hago encantada ¿porqué a quienes dominan los botones del ratón con maestría sí? Pregunta estúpida, que se contesta a sí misma: pereza.

No digo éstas cosas sólo en referencia a lo que yo produzco.

Hace unos meses atrás encontré un escrito bellísimo. No dudé en compartirlo en mi página, creyendo que lo había escrito la persona de la fan page que lo publicó. Al visitar la página de origen, rápidamente comprendí que la dueña del sitio y la escritora no eran la misma persona. Busqué en otras partes de Facebook y encontré la misma publicación replicada en una segunda fan page. Tampoco la había publicado su autora.

Mi amiga Andrea, unas horas después de una exhaustiva investigación, finalmente pudo dar con la persona que realmente escribió el texto. Provenía de un blog. Quién había copiado sus palabras, se tomó el atrevimiento de modificar el encabezado. El escrito original decía: "A quién corresponda", quién plagió, lo reemplazó con "A las tejedoras".

Eliminé la publicación de mi página. Compartí el link a la original. Pedí disculpas, jurándome que en adelante andaría ojo avizor para detectar ese tipo de copias: para no compartirlas. Para no contribuir a una forma de plagio por una falta de atención mía. Para evitar, desde mi lugar, la situación poco apropiada a nuestros millones de años de evolución, en la que unos cuántos hacen el trabajo duro, y los pícaros se llevan los laureles.

He agotado todas mis reservas de energía para decir todo esto. Y no estoy segura de haber logrado que se comprenda el mensaje. Así que lo voy a plantear de otro modo:

Si tenés sueños e ideas ¿qué estás esperando para llevarlos adelante?

Si aún no llegaste al punto de contar con la valentía suficiente para ser vos mismo/a ¿qué estás esperando para cultivarla?

Si son tus miedos los que te paralizan a realizar tus sueños, o ser quién sos, pensá en que la única certeza que tiene el ser humano en la vida, es que irremediablemente va a morir. ¿Realmente querrías irte de acá sólo con la pesada mochila de tus miedos? ¿Acaso no te gustaría dejar algo más?

Desde que nacemos nos vemos sometidos a una sistemática domesticación y adoctrinamiento. Masificación. Uniformidad. Números en una pantalla. Somos mucho más que eso.

Una oveja descarriada, es solo descarriada cuando no tiene sueños. Si los tiene, es una oveja rebelde, que seguirá su propio camino. Es una oveja valiente.

Hay que ser valiente para rebelarse en un mundo que de manera persistente trata de convencernos que nuestros actos no hacen una diferencia, que somos un número más del montón, que nuestros pensamientos no significan nada.

Hay que ser valiente para romper con un grupo, cuando este no comprende y repudia nuestras verdaderas necesidades interiores.

Hay que ser valiente para mudarte de ciudad o de país, si las condiciones de éstos no te permiten realizarte como persona.

Hay que ser valiente para subirse al tren de las oportunidades cuando para en nuestra estación.

Ninguna persona que haya logrado algo en la vida tuvo tanta suerte de que le cayera del cielo, ni atrajo sus éxitos de pura pereza.

Hace unas semanas, Rafa, mi marido, dijo algo que me emocionó mucho, y caló hondo en mi alma. 

-Cuando te vayas, lo único que va a quedar son tus obras. Terminá tu libro. Decile al mundo lo que pensás. ¿Cuántos artesanos hay en el mundo?

-Miles, millones, tal vez...

-¿Cuántos escribieron un libro y dejaron testimonio de su día a día?

-...

-Terminá tu libro. Contale al mundo que se siente ser artesana. Y después morite tranquila.

-Y ¿quién soy yo para contarle nada a nadie?

-Sos una persona que dice las cosas como son. Vivís bajo tus propios términos. ¿Cuántas personas así conocés?

-Pocas.

-¿Cuántas de esas pocas escribieron un libro?

-...

Todo se resume en la valentía de ser uno mismo con todas las consecuencias, como bien dice Susan Powell. La persona a quién escuché por primera vez decir esta frase.

Estoy segura, y lo firmaría con fuego sin miedo a quemarme las manos, que ninguno de ustedes, mis lectores de siempre, padecen el vicio de la pereza. Lo sé, porque se devoran los textos larguísimos que escribo. Ese solo gesto, ya revela en mucho la calidad de personas que son.

Así que más allá de que me dirijo a ustedes, a esta altura está más que demostrado que mi catarsis no aplica para ustedes.

Lo que sí quiero decirles particularmente, es que si todavía no empezaron, están a un parpadeo de emprender sus ideas y alcanzar sus sueños. Ya tienen la mitad del camino recorrido: cuentan con la valentía. 

Si alguien común y silvestre como yo, está a dos capítulos de cumplir su sueño más preciado, y dejar su legado al mundo, no hay nada que les impida a ustedes ver materializados sus deseos más grandes.

Así que en este último post Grinch veinte dieciocho, no les voy a desear solamente las conocidas paz y prosperidad  para el nuevo año que se avecina. Claro que también lo deseo, pero para eso ya preparé un videíto mostrando mi hermosa cara llena de patas de gallos alrededor de los ojos.

Para el 2019 les voy a desear enormes cantidades de valentía, de coraje y de valor para que sigan trabajando en la concreción de sus sueños hasta hacerlos realidad.

Levanto mi copa imaginaria y brindo por ustedes que tienen la osadía de leer dos mil ochocientas palabras solo para acompañarme desde el otro lado de la pantalla. Les digo: ¡gracias, gracias, gracias! Por el cariño que me brindan todos los días. Por que me hacen llorar de alegría con sus comentarios preciosos. Porque nos iluminamos los unos a los otros y crecemos todos.

Brindo también por todas las ovejas rebeldes a lo largo y ancho del mundo, que existieron en todas las épocas, famosas o desconocidas,  que nos legaron el mapa de su camino para que lo reversionemos.

Brindo por todas las ovejas valientes que en este nuevo año voy a conocer.

Brindo por vos, por mí, por el vecino de al lado, por el verdulero, la kiosquera, el chico que corta el pasto, mi familia, la tuya, los amigos, los conocidos... por todos. Para que tengamos la valentía de ser quienes somos con todas sus consecuencias.

¡Chin, chin! ¡Salud!










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6 comentarios:

  1. Una vida conociéndose... Y siempre fuiste así. Siempre te admire y corrí a vis para que me dieras esos consejos.. esa valentía que me faltaba para enfrentar las situaciones!!
    Te quiero mucho y te deseo toda toda la felicidad que pueda existir! (Porque valentia la tenes se sobra)
    Ansiosa espero tu libro ��

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    1. Últimamente me quedo helada de emoción al leer los comentarios que me regalan, que ya no sé que decir. ¡Son todos tan lindos! Así que termino apelando a la palabra mágica: GRACIAS.

      ¡Gracias Sole! Gracias porque viniendo de vos vale el doble, ambas sabemos por lo que pasamos y que lo superamos. ¡Y eso es grandioso!

      Quedate tranqui que tengo previstas las copias-obsequios para mi gente querida. Cuando publique, te la voy a hacer llegar.

      ¡Besotes enormes!

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  2. Ceci!!!.. como siempre genial tu post!!!!.. sabes que soy tu petei fan ... :D ... sabes expresar en forma exacta lo que los demás sienten o piensan de allí capaz por eso te plagien!!... espero ansiosa tu libro!!... Un punto aparte se merece Rafa, sus apreciaciones son "cortita la bocha"

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    1. Mañana me explicás que significa eso de "petei", porque estoy colorada y no entiendo! ¡jajajaj!

      Al parecer si, se me da bien leerle la mente y los corazones a las personas, y no estoy segura de si eso es bueno o malo. Por lo pronto voy a seguir pasándola genial escribiendo, porque no puedo parar ni aunque quiera...cada vez "el llamado" es más fuerte.

      Para el libro no tenés que esperar tanto... (si tuviera la opción de poner un emoticón acá, iría el del guiño)

      Y Rafa, bueno. Ya sabes como es... Es como un entrenador deportivo, pero a nivel mental, que me arenga, me hace notar cosas, me señala otras, me corrige bastante, pero nunca me retira su apoyo. Es incondicional. Y si, cortita la bocha ¡jajaja!

      A vos te debo el cielo entero, porque tu apoyo tampoco nunca declina y es tan incondicional como el de Rafa. Te quiero mucho!!

      ¡Gracias por existir, Sil!

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  3. Grande, Ceciiiii!!!!! Hermoso lo que escribiste!!!! (Tejedorxsargentinxs)

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    1. Karli/Mari gracias chicas!! El apoyo y el inmenso trabajo que ustedes llevan adelante nos ayuda a todos a darnos a conocer. Y eso no tiene precio! Infinitas gracias!

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