viernes, 21 de abril de 2017

Corazón octópodo




Quería sentarme a tejer y adelantar algo de esos dos pedidos más urgentes que tengo que entregar, pero mi cabeza y mi corazón están lejos del tejido hoy. Aunque paradójicamente, justamente gracias al tejido es que mis emociones desbocadas permanecen en otro lugar ahora.

No podía esperar al domingo, día en que escribo los post de este Diario, para referirme a esto que me desborda ahora y que seguramente dejará su estela de felicidad en mi alma por muchos, muchos días más.

Hoy, hace unas horas atrás, se hizo la primer entrega de pulpitos solidarios a los bebecitos prematuros del Hospital Perrando, de Resistencia, Chaco.

Antes de la entrega propiamente dicha me pasó de todo. Comenzando porque debía efectuarse ayer, y el tiempo se llovió la vida, durante todo el día. Se suspendieron los transportes públicos, se inundó un poco la ciudad y me volví a mojar las pantuflas saliendo a la terraza a fumar.


beba de neo del hospital perrando con su pulpo solidarioAsí que hoy, madrugando por segundo día consecutivo, sin haber alcanzado a recuperar todas mis energías por completo, habiendo dormido mal porque el niño de los pantalones divertidos jugó al judo en la cama dando patadas y codazos durante toda la noche y con un hermoso dolor en la articulación de la pierna derecha que todavía perdura, abrí los ojos como pude, conciente de que hoy era el día por el que tanto habíamos trabajado durante cinco semanas.

Lo primero que sentí fue un intenso frío. En mi mente atribuí la sensación y los escalofríos a la humedad. Lloviznaba. Mucho rato después entendí que en realidad estaba encubriendo mis propios nervios.

Amanda, una de las chicas del grupo nos pasaba a buscar para ir al hospital. Yendo a buscar a Silvia tropezamos con un denso y lento tráfico. Desviando unas cuadras el centro de la ciudad, cortadas sus calles por los piquetes diarios, entre colectivos obstruyendo el paso y conductores a los bocinazos limpios, ya estando a una cuadra de encontrar a Silvia, doblamos la calle y ¡oh! Estaba cortada por reparaciones.

Ninguna señalización. Ningún cartel con la palabra "bacheo". Ningún triste cono naranja que indicara que la calle estaba cortada. Amanda y yo gritamos: ¡ahhhh! Ella trató de dar marcha atrás pero teníamos dos autos encima nuestro que doblaron la calle tan confiados como nosotras.

Finalmente y después del percance y desviar varias cuadras para dar con Silvia, nuestra coordinadora regional subió al auto anunciando que estaba un poco descompuesta. Nervios, claro. Las tres estábamos nerviosas. Estábamos ansiosas. Estábamos... ¡que se yo como estábamos! Era una amalgama de emociones, yendo, viniendo, mareándonos. De a ratos no podíamos parar de hablar y al siguiente minuto nos quedábamos sin palabras.

Encontrándonos a punto de concretar un episodio que iba a marcar un antes y un después en la corta vida -prematuramente iniciada- de esos bebés, en la de sus padres, en la gente de Neonatología. En nuestras vidas mismas.

Íbamos a ser la segunda ciudad del país en entregar los pulpitos solidarios, siendo Argentina el primer país de Latinoamérica en llevar adelante el proyecto danés que nació en 2013. No era poca cosa. Tampoco fue poco lo que trabajamos para llevarlo adelante. Ni fácil. Tuvimos muchos percances y contratiempos, algunos bastante graves como para amenazar la continuidad del proyecto. Algún que otro blogger desinformado dando caña. Algún que otro comentario desafortunado. Pero nada que no pudiéramos trascender con la misma fuerza con la que dijimos si desde el principio.

Llegamos a Neo. El aire estaba cargado de expectativa. Llegó la prensa local. El frío que me había acompañado desde que desperté se tornó un calor abrasador que me subía hasta las mejillas. Noté que me estaba esforzando muchísimo en contener las lágrimas.

Me pregunté: ¿porqué tengo tantas ganas de llorar?

Quizás algún recuerdo visceral inconciente de mi primer y remota infancia que resonaba con el acontecimiento que estábamos viviendo. Yo fui de esas prematuras que se salvó por poco de la soledad de esas cajas transparentes llamadas incubadoras. Quizás el alivio de no haber tenido que vivir como madre el ver a mi hijo alli solito, que tambien fue de esos prematuros que no fueron a Neo.

Quizás la imagen que quedó grabada a fuego en mi mente al ver a mi hermanito de tan sólo un kilo y medio, tan pequeñito, con tubos y cables, en una incubadora que parecía gigante en comparación con su escaso tamaño.

Quizás la certeza y la convicción de que el amor es una energía poderosa que se transmite por el aire, en los pensamientos, en los objetos, a través de las personas, y si hay algo que esos pulpitos tenían aparte del hilo y el vellón con el que fueron confeccionados, era amor.

parte del equipo de abrazos de pulpitos resistenciaUn inmenso amor generado por un montón de mujeres, transmitido a través de sus manos, de sus buenas intenciones, desde lo profundo de sus corazones, entretejido en cada punto.

Todo ese amor estaba a punto de llegar a sus destinatarios. Todo ese amor impregnado en esos pequeños bichitos tejidos, que antes fueron abrazados por sus tejedoras, ahora iban a abrazar a esos bebés. Se iban a convertir en sus guardianes y compañeros. En los testigos mudos de su desarrollo y crecimiento. En los mitigadores temporales de su soledad forzada.

Y cuando nos dijeron: "¿Quieren pasar a entregar los pulpitos a cada bebé ustedes mismas?" Nos quedamos heladas. Nosotras íbamos a dejar los pulpos e irnos. Esa era nuestra misión.

entrega de pulpos solidarios junto al equipo de neonatologia del hospital perrandoNunca, jamás, hasta el día que me muera, voy a ser capaz de explicar con palabras lo que sentí al entrar ahí. Al ver a todos esos bebés tan pequeñitos, aferrándose a la vida con tanto ahínco. Al mirar extasiada cuando la primera beba tomó uno de los tentáculos del pulpito entre sus diminutos deditos. Todos esos piecitos y manitos no más grandes que un dedo de mi mano.

Ahi fue cuando me di cuenta que mi corazón, se convirtió de un instante a otro en un montón de corazones. Corazón octópodo. Corazón con ocho extremidades. Corazón con ocho, dieciseis, treinta dos, innumerables hilos invisibles de amor, alargándose, extendiéndose, multiplicándose hasta el infinito.

Porque el amor cura. El amor sana. El amor regenera. El amor impulsa hacia adelante. Y estos pulpos son otra expresión más que el Amor encontró para manifestarse.

Corazón octópodo. Me gusta.

Me gusta que el Amor nos haya elegido para llevar a cabo una más de sus misiones.

Corazón octópodo. ¡Me encanta!







Entradas anteriores:

http://diariodeartesana.blogspot.com.ar/2017/04/de-pulparana-a-utilisima-con-las-pantuflas-mojadas.htmlhttp://diariodeartesana.blogspot.com.ar/2017/04/la-pulparana-superpoderosa.html
http://diariodeartesana.blogspot.com.ar/2017/03/pulpitos-yo-me-meto-en-cada-lio.htmlhttp://diariodeartesana.blogspot.com.ar/2017/03/semana-organizada-y-pulpitos-solidarios.html
http://diariodeartesana.blogspot.com.ar/2017/03/calor-cesta-de-trapillo-suegra-y-sorteo.htmlhttp://diariodeartesana.blogspot.com.ar/2017/03/pulpos-agujas.nuevas-no-dejan-mirar-la-novela.html




Conocé la Fan Page del Diario:

https://www.facebook.com/diariodeunaartesana/




http://eepurl.com/dqfst1
http://eepurl.com/dqfst1




2 comentarios:

  1. Todo lo que pasamos,sentimos, expresamos,esta puesto en este relato tan real y significativo .
    Gracias x tu confianza en mí,por formar parte ya de mi vida y de mi historia,aún tengo en mi retina esas caritas con ojitos cerrados llenos de cables esperando a su Pulpo compañero!!!!
    Hoy duermo en paz

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Gracias a vos Amanda ❤ todas juntas estamos escribiendo este capitulo tan hermoso de nuestras vidas..yo solo lo publico en un blog jajaja! Un abrazo gigante!

      Borrar

¿Qué te ha parecido el post? ¡Me encantaría conocer tu opinión! Escríbela en los comentarios que ¡vengo corriendo a leerte!