domingo, 1 de octubre de 2017

Libro, pañucollar, los chinos y mi gratitud infinita




Anduve medio polémica en los últimos post. Medio beligerante. Ultra reflexiva.

Después de las benditas botas a crochet nunca más recuperé la performance pero tampoco me preocupé tanto.

Creo que llegué a los niveles más altos de stress que soy capaz de soportar. Debía oprimir los frenos, para la maquinita... empezar todo otra vez.


Asi que aquí vuelvo, recién resucitada, recontra motivada, con un nuevo post para este blog que tantas satisfacciones me ha dado en el el último mes. Mensajes de lectoras y amigas arengándome, alentandome a seguir. Feedback positivo. Personas que disfrutan de mi estilo para expresarme y mi manera de escribir.

O sea...¡gente! Así como escribo y hablo aquí, así también me expreso en mi vida cotidiana. Y  los temas que toco en este blog también son los mismos con los que torturo a mi marido por las noches, y a mis amigas en las reuniones.

En fin.

La recepción que tuvo la fan page del Diario también me ha asombrado bastante, ya que comentan e interactúan más allí que aquí en el blog.

¡Y se siente tan lindo! Se siente bien que ustedes me lean, pero por sobretodo, me emociona que se reflejen y se identifiquen con mis aventuras y peripecias. Me alegra saber que no sólo a mi me pasan las cosas que me pasan. Tambien le ocurren a ustedes. Es bueno saberme acompañada por todas y cada una de las personas que están del otro lado.

Y en lo que respecta a mis aventuras, no he tenido grandes desafíos estas semanas. No más botas de crochet hasta la semana que viene en que tengo que comenzar un par nuevo para otra amiga. Esta vez simplificaré la cuestión y la tejeré sin contrafuerte, sin taco chino, y ademas ya tengo la experiencia adquirida de la primera.

Los dolores de cabeza ya los tuve todos y con bastante potencia, así que confío en que este nuevo par no traerá mayores complicaciones.

No veo la hora de terminar todos los pedidos pendientes y comenzar mis vacaciones. Me propuse tomarme todo el mes de diciembre para "descansar".

Bueno, entrecomillada la palabra porque quiero dedicarme a terminar esos muñecos que empecé hace cuatro siglos atrás y para meterme de lleno al libro.

Ahhh ¿no lo mencione antes? Empecé a escribir el libro de este Diario. En post anteriores comenté que tenía mucho deseos de escribir un libro, pero no sabía de qué. Ahora ya sé, y voy por el tercer capítulo de once.

Mis aventuras artesanales se desviaron bastante a recabar información en cómo maquetar un libro, que formato es el más recomendable (digital o impreso) a buscar editoriales, y averiguar un poco de que se trata ese mundo nuevo en el que muy pronto me estaré introduciendo.

Todas las sandeces que leen aquí, ampliadas y mejor expresadas es lo que encontrarán en ese libro. Además de un anexo donde escribiré las máximas que rigen mi oficio, las cosas que creo que de verdad son importantes y que todo artesano que se precie de tal debiera de tener o adquirir para darle un enfoque "holístico" a su trabajo.

También incluiré mi visión utópica de nuestro oficio a futuro, y un análisis exhaustivo de la realidad que vivimos hoy como artesanos, como trabajadores autónomos que queremos dar a conocer lo que somos capaces de crear con nuestras manos.

Ese libro, es mi deseo que conjugue mis vivencias, memorias y principios fundamentales para que no sólo se vean reflejados en lo que escribo o como lo escribo, sino que también les sirva para algo más que pasarse un buen rato leyendo. Que las ideas que contiene les resulten de utilidad a la hora de desempañarse en su oficio.

Ojala, Dios lo permita y lo consiga.

En fin.

pañucollar o pañuelo collarTambién he terminado unos cuantos muñecos,   y me embarqué en un producto nuevo: el pañucollar, o pañuelo collar, o pañuelo con dije. Como se llame. Es la misma cosa.

Este nuevo producto fue sugerencia de mi amiga Laura, porque por esta zona ahora están haciendo furor y se pusieron de moda.


Aunque no tenía muchas ganas de meterme en un nuevo lío me fui a gastar la mitad de mis ahorros en insumos para fabricarlos. Tampoco soy muy amante de fabricar lo que está de moda pero cuando me quise percatar de lo que estaba haciendo, ya me vi con una bolsita llena de accesorios y chucherías que dentro contenía la mitad de mi fortuna.

Lo he dicho en un grupo de bijouterie en el que posteé fotos de los pañucollares y a mis clientas, que estos no tenían casi nada de artesanal, salvo el hecho de que yo los armaba.

Aún así tuvieron buena recepción y ya los vendí todos. Pero me quedó clavada esa espina de que no era un producto artesanal en el verdadero sentido de la palabra, ya que los accesorios de metal que lleva son comprados (y muy probablemente fabricados en China) y el pañuelo en sí es una tira de tela de modal o de lycra de verano que tiene la característica de poseer una buena caída y no deshilacharse.

Si no fuera una dinosauria creyente de que un verdadero artesano debe fabricar todas o al menos varias de las piezas que contiene un artículo, no tendría ninguna espina y a estas horas estaría celebrando el éxito en las ventas.

En fin.

Retomando el tema de los chinos, he visto un video donde explicaban porque son tan buenos empresarios, y un poco disminuyó mi habitual aversión hacia ellos. Nosotros los occidentales tenemos mucho que aprender de estos amarillitos bajitos y simpáticos. No por nada son la fábrica del mundo.

No es que los odie ni nada. Pero creo que todos los artesanos en menor o mayor medida sentimos hacia ellos un antagonismo natural, especialmente cuando los clientes comparan el precio de un muñeco de peluche fabricado en China y que se adquiere en el polirubro del barrio, con el precio del amigurumi que tejo y me insume cuatro días de confección.

En esos casos me suelo convertir de pronto en una perra rottweiler y me entran ganas de masticar un chino y gruñir a un cliente.

Pero bueno. El cliente no sabe y los chinos no tienen la culpa. Tienen una visión diferente de cómo hacer negocios y por eso les va tan bien. Eso sí, de artesanal lo único que tienen son sus dragones de papel de Año Nuevo, y pare de contar, señora.

Y bueno.

No tengo mucho más de relevancia que comentar. Muchas de las cosas que se me van ocurriendo las he ido posteando en tiempo real en la fan page, que posee la gran ventaja de ahorrarme muchísimo tiempo en la búsqueda de imágenes y la edición del post.

Es decir, ahora tengo un medio más rápido y efectivo para escribir mis locuras casi al mismo tiempo en que sobrevienen a mi cabeza. Asi que ¡sálvese quien pueda! Que tengo no sólo soga para rato, sino libro en camino y ¡ademas estoy ultra motivada!

Quiero expresar una vez más mi infinita gratitud hacia todos y cada uno de ustedes, por estar ahí del otro lado, por compartir sus historias de vida conmigo, por los elogios, por decirme que por medio de mis palabras ayudo a muchas compañeras artesanas, por alentarme a seguir y por el tremendo honor que me hacen cada vez que disfrutan de la lectura de mis textos. Y si sonrién, o ríen a carcajadas ¡es todavía mejor!

Gracias de verdad, la ultramotivación se la debo a ustedes.

¡Gratitud infinita!







Entradas anteriores:

http://diariodeartesana.blogspot.com.ar/2017/09/las-artesanias-no-pagan-las-facturas.htmlhttp://diariodeartesana.blogspot.com.ar/2017/09/botas-de-crochet-sufrimiento-garantizado.html
http://diariodeartesana.blogspot.com.ar/2017/08/artesanoa-un-oficio-o-un-pasatiempo.htmlhttp://diariodeartesana.blogspot.com.ar/2017/07/tengo-soga-para-rato.html
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