A principios de diciembre me escribió un señor a la fan page del
Diario. Lo primero que pensé fue "¡Oh, audiencia masculina! Qué raro..."
Bueno, no tanto. Hay un par de chicos y señores que siguen mis publicaciones, pero digamos que no son más de tres o cuatro. Mayoritariamente son mujeres quienes leen las locuras que escribo, y me envían mensajes por inbox.
Bueno, no tanto. Hay un par de chicos y señores que siguen mis publicaciones, pero digamos que no son más de tres o cuatro. Mayoritariamente son mujeres quienes leen las locuras que escribo, y me envían mensajes por inbox.
Así
que ver un nombre masculino sólo podía significar dos cosas: que me
escribía por algo que ni remotamente era capaz de imaginar (como ocurrió
una vez con un escritor que me envió sus felicitaciones), o que
intentaba "llamar mi atención". Ustedes me entienden. De esos que
escriben: "Hola, bombón ¿cómo estas?" y una tiene que simular que no
sabe lo que están buscando. Y para no quedar mal se les responde:
"bien". A la larga, terminan convirtiéndose en spam, y hay que andar
bloqueando gente para no explicar que una foto de perfil, es sólo una
foto de perfil. No significa "ando en búsqueda de aventuras
extramatrimoniales". No. ¿Qué le pasa a la gente?
Afortunadamente,
este nombre masculino me envió un mensaje que ni remotamente podía
imaginar de antemano. Y cuando terminé de leer sus líneas, quedé
realmente conmovida y emocionada. Era el esposo de una chica que me
sigue en redes, Livi.

Es
curioso lo de la memoria, porque había leído por ahí que ésta se hereda
de la madre. Cada vez que mamá hacía alguna de sus escenas y me decía
una de sus frases épicas como "no servís para nada", "sos una inútil" o
cosas así, si pasado el tiempo le preguntaba si recordaba alguno de sus
discursos memorables, siempre respondía: "No me acuerdo haberte dicho
eso" o "¡Yo JAMÁS te dije algo así!".
Desconcertante
es de verdad, que la buena memoria provenga de una progenitora tan
olvidadiza. Bromas aparte, ya saben que muchas veces mi licencia
literaria se basa en exagerar la realidad para darle un cariz
divertido. Pero aquí no exageré nadita de nada. Realmente me decía esas
cosas. Afortunadamente hice las paces con esas historias por eso puedo
narrarlas ahora despreocupadamente.
Volvamos
a la memoria. El nombre Livi me sonaba, pero mi radar no la
identificaba. ¿Cómo podía ser? ¿Acaso las cookies de mi cerebro me
estaban jugando una mala pasada?
En
el mensaje que me había envíado su esposo decía que ella era "fan", que
me adoraba, me seguía, me leía... Rastreé a Livi y no encontré muchos
comentarios suyos. ¡Eso era! Memorizo a las lectoras que comentan, y se
ve que ella es bastante tímida. A lo cual siguió una pregunta aún más
intrigante: ¿cuántas personas habrán como ella que siguen "mis locuras"
sin comentar y yo ni enterada? O aún más asombroso: ¿qué me admiran?
Wow... pensé y aluciné con lo que significaba eso.
Entonces Ian,
el esposo de Livi, me contó que se acercaba la fecha de
aniversario de su matrimonio y como ella era hincha mío, soñaba con
tener el libro del Diario. Se lo quería regalar por la ocasión especial.
No
sé que pensarán ustedes, pero a mi me pareció un dulce de leche total.
Es más, le dije si no quería charlar con mi marido así le daba algunos
tips sobre cómo ser un esposo dulce o aprender a hacer regalos de
aniversario... Por cierto Rafa, el nuestro es en enero, a ver si te
ponés la pilas, cariño...
Le
indiqué a Ian la forma de adquirir el libro. Me había escrito después
de buscarlo en varias plataformas digitales. Le expliqué que estas son
las desventajas de ser autor independiente, y que para empeorar, soy
argentina, así que muchas opciones internacionales para vender mi libro
están absolutamente fuera de mi alcance. En fin.
Por
suerte, en la plataforma dónde sí está el Diario, ¡entregaba a Perú! Me
emocioné aún más. Gracias al aniversario de Ian y Livi, el libro
llegaría por primera vez al país hermano.
Toda
esta secuencia tan dulce y emotiva de una marido haciéndole un regalo a
su esposa, y que además mi libro sea ese presente tan especial, me
entusiasmó tanto que quise partipar más activamente. Le prometí grabar
un video personalizado especialmente para Livi a manera de dedicatoria.
Muchos
días antes de la fecha lo tuve preparado y le envié el link a Ian
recomendándole: ¡Livi no lo puede ver hasta que tenga el libro en sus
manos! Finalmente, sólo restaba esperar y rezar: que el libro llegara a
tiempo y que todo saliera a pedir de boca.
Ayer,
al poner la fecha del día en mi cuaderno para escribir las páginas
matutinas, me pregunté por el destino del libro. ¿Habrá llegado? ¿Cómo
terminará esta historia? ¿Saldrá todo tan bien como lo planeado?
Hoy,
fue un día muy extraño. De hecho, toda la semana ha sido rara. Por un
lado estoy muy frustrada por los algoritmos, datos estructurados y demás
cosas técnicas de los blogs y las redes sociales. Gran parte del tiempo
que le quité a leer mensajes de Whatsapp y responder comentarios, ahora
lo dedico a buscar la manera de hacer SEO para dummies.
Miro
interminables e ininteligibles tutoriales para aprender a copiar y pegar
los códigos HTML correctos que hagan la magia de que mis posteos
aparezcan en los resultados de búsqueda de Google. Es como que estoy un
poco harta de ser cada vez más invisible. En vez de hacer lo que
Facebook e Instagram quieren, les saco la lengua y publico lo que se me
da la gana y a la hora que se me ocurra. Estoy aprendiendo a la fuerza
que publicar lo que realmente quiero decir no tiene muchos likes y en
ocasiones se ha prestado a la interpretación subjetiva de quién lee y no
decodifica lo que en realidad estoy diciendo.
Por supuesto, los algoritmos penalizan esta sinceridad. La autenticidad no parece ser muy popular en estos días.

Así
es que, por otro lado, la invisibilidad es bastante conveniente, porque
entonces ya no tengo que estar pendiente del teléfono o la computadora y
me dedico a hacer lo que realmente debo hacer y que sí responde a mi
propósito de vida: crear. O mirar películas y jugar a los jueguitos. Que
con esto de ponerme la bandera de emprendedora, a veces se me olvida
que el descanso, el ocio y el esparcimiento también hacen a una buena
salud.
En esta
dicotomía editorial me encontraba, un poco rara, sólo mirando
notificaciones por mala costumbre y sin leerlas realmente cuando
encuentro el mensaje de Ian: "Ya lo recibió y está llorando de
felicidad."
El corazón me dió un vuelco.
¡Ay que alegría, por favor! le respondí que me contara todito todo lo que había pasado.
"Ella misma quiere contártelo".

No puedo describir con palabras lo que siento en este momento. Quiero, pero es una experiencia inefable. Intraducible.
Livi
me manifestó que le parecía increíble estar charlando conmigo. Sonreí.
Le dije que soy una persona bien pero bien común y silvestre que redacta
estas líneas sin haberse peinado en todo el día y merodeando descalza
por la casa.
Lo único que
hago de diferente es publicar mis polémicas reflexiones en un blog y en
las redes, porque tengo la inamovible convicción de que un mundo mejor
es posible. Exponerme a todo lo que me expongo, -cuando podría seguir
siendo invisible y hacer una vida normal sin calendario de
publicaciones- responde a algo mucho más grande que yo. Y que además, ni
siquiera lo puedo manejar. ¡Es que las palabras salen solas! ¿Quién mueve
mis dedos por el teclado? Ciertamente, no soy yo. Yo, si pudiera ahogar
ese fuego interior que me posee, en este momento estaría jugando al Age
of Empire Edición Definitiva.
Aún
así, entendí la emoción de Livi. Fue la misma que sentí cuando el gran
humorista argentino Larry de Clay me envió una foto posando con el libro
en sus manos. O teniendo la oportunidad de que él me entreviste
telefónicamente a mí. O sea, atendeme un cachito lo que está pasando...
¡estoy hablando con Larry de Clay! ¡Un humorista con más de veinte años de
trayectoria que veía en la tele cuando era chica!
Esas
personas nos parecen inalcanzables, y las llamamos famosas porque
descollan en lo que hacen. Sin embargo son tan humanos y cotidianos como
nosotros. Lo realmente fabuloso fue estar en esa categoría en el
corazón de Livi, que me ha seguido todo este tiempo resguardada por su
timidez que impidió que la identificara como a una de mis lectoras
asiduas.
Pensé
también en publicar el video de la dedicatoria, pero como es muy
personal, exclusivamente para ella, no podría hacerlo sin su
consentimiento.

Pero no perdamos de vista el verdadero mensaje implícito de esta historia:
-Lo que es capaz de hacer un hombre que ama a su esposa para agasajarla.
-Lo importante que puede ser para alguien eso que nosotros expresamos naturalmente.
-Nunca
se sabe quién más está observando y admirando, (aparte de Marquitos,
pero eso ya lo sospechábamos ¿verdad?), así que a larga, es mejor ser
fiel a una misma que adaptarse a los algoritmos de las redes sociales.
-Alegrar a las personas a veces es mucho más fácil de lo que imaginamos. Un pequeño gesto puede hacer TODA la diferencia.
Y lo más importante: Al final, lo único que nos llevaremos es el amor que damos. Parece que vertemos agua en otros, pero en realidad, llenamos nuestro cuenco.
Cuanto más amor damos, más amor tenemos...
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Que tierna historia!!! De esas que enamoran a la verdadera Any!!(a la impostora también pero por ahi,no lo reconoce tan facilmente 😂😂😂).
ResponderBorrarQue gesto hermoso de ese amado de escuchar y complacer su anhelo!!
Que bello también saber que todavia hay personas que regalan libros, y personas que anhelan recibirlos como regalo!!
A Este relato no se si navideño pero creo q si amerita ser llamado asi llenó mi corazon de gozo.
Tu pluma no tiene limite creo que aun si escribieras un texto financiero conseguirias que sigamos leyendote.
¿La impostora con nombre científico en latín? Irreproducible, por cierto ¡jaja! Para mí que el garrote lo tiene de adorno, porque en el fondo es tan dulce de leche como los protagonistas de esta historia...
BorrarEs verdad, parece un relato navideño, pero es que ni siquiera me dí cuenta de la fecha jajaja! Lo único que advertí es que hacía tiempo que había dejado de creer en Papá Noel, sin embargo, ha tenido a bien hacer acto de presencia en esta ocasión... lo viví como un milagro...
Respecto a lo que no tiene límites es la generosidad de la Divinidad... parece tan simple y sin embargo solemos hacerlo tan difícil: entregarnos a ella. Mi pluma es un pajarito libre que nunca puedo atrapar...vuela por donde quiere y solo me dedico a seguirlo... la mayoría de las veces hasta yo me sorprendo de los destinos que elige. Creo que eso es otro milagro más...
Gracias por leerme siempre Sil, y preparate como lectora beta que ya voy terminando el capítulo 1 del Diario 2...