Pulpitos: ¡Yo me meto en cada lío!

Yo me meto en cada brete. Bueno, en el lío en que me metí ahora es un lío divertido y sobretodo persigue una causa noble. Cada vez que pienso en objetivo final de todo esto, me emociono hasta las lágrimas.

Nunca imaginé que mi amor por crear cosas con las manos pudiera llegar a ser tan trascendental o que fuese capaz de modificar la existencia de alguien para mejor.

Sin embargo, el grupo de personas que se reunieron en torno a Abrazos de Pulpitos Argentina, grupo al que también me adherí, estamos por hacer precisamente eso: mejorar vidas de pequeños seres que luchan dentro de incubadoras en salas de Neonatología. Luchan por vivir. Son pequeños guerreros, algunos de ellos sólo pesan medio kilo y miden treinta centímetros.

Pero vamos desde el principio, que ya me se me escapan lagrimitas pensando en esos pequeños gigantes.

Con la llegada del otoño, llegaron también los mensajes de Silvia Pelozo, preguntándome si me interesaría tejer pulpitos amigurumis para bebés prematuros en la ciudad en la que vivimos, Resistencia.

Logo oficial del proyecto en Argentina

Como comenté en el post anterior, en mi ciudad natal, Corrientes, situada a veinte kilómetros de distancia de Resistencia, el proyecto ya estaba en marcha, de hecho, ya me encontraba participando activamente. Había conseguido donaciones de hilo y todo.

No me había dado cuenta hasta que punto me había involucrado, que incluso estaba alarmada por la elección del hilo a utilizar, y me pasé toda la semana buscándole una respuesta cientifica a esa elección para asegurarme de que realmente fuera lo mejor para los bebés.

También estaba en la búsqueda de alguien con quien impulsar el proyecto aquí en mi ciudad. Así que los mensajes de Silvia fueron providenciales.

Le respondí con un rotundo sí quiero tejer pulpitos para los bebés de Resistencia. Claro que sí. ¿Dónde firmo? ¿A quién tengo que entregarle mi alma?

Y todo pasó muy rápido: dos días después Silvia y yo estábamos en la oficina de la doctora Mendoza, jefa de Neonatología del Hospital Julio C. Perrando, comentándole los pormenores del proyecto, y el aval con el que éste cuenta: dependemos de la coordinación de Buenos Aires, que a su vez está aprobada por el proyecto original en Dinamarca, el Octo Danish Project.

Gemelas Smith en el Poole Hospital de Inglaterra

Salimos del Hospital con el sí de la jefa y con el corazón rebosante de felicidad.

Y ahora empieza el lío de verdad. Porque si no me resultaba suficiente el cuidado de mi hijo, mi casa, el mantenimiento de una fan page, dos blogs, los encargos de clientes, las gestiones de venta con estos últimos, la publicación de mis productos en tiendas online, los tutoriales para SEO, desarrollo personal, audiolibros de autoayuda, los mensajes de los parientes, los grupos de Whatsapp de mis compañeras de costura y de mis amigas tejedoras de Brasil, ahora también están los pulpitos, con dos grupos más de Whatsapp, dos de Facebook, la organización del proyecto a nivel local, y el tejido de los mismos.

Silvia y yo tejiendo los primeros pulpitos

Yo me meto en cada brete. Pero recuerdo que mis actos son para generar más amor, y van destinados a esos pequeñiñes aferrándose a la vida dentro de cajas transparentes, y saco fuerzas de donde no las hay para dar un paso más en el proyecto y que éste avance.

Se me cae una lágrima, contesto el siguiente mensaje de alguna futura voluntaria pidiendo información, me leo un artículo mas sobre pH neutro en el hilo de algodón peruano y de a ratos me concedo quince o veinte minutos para jugar con el niño de los pantalones divertidos, tomarme un mate frío, anotar una nueva voluntaria y tejer un tentáculo más.

Ayer fue la convocatoria de tejedoras en Corrientes. Tejí medio pulpo. Y me llevé más amor del que quizás di. O tal vez recibí mi cuota retroactiva del amor que di en el pasado. ¿Quién sabe?

Fue raro. Por un lado me sentí extraña. Y por el otro, el aire estaba cargado de mucho entusiasmo.

Convocatoria de tejedoras en Corrientes

Mi lista de encargos se acrecentó y ahora sí puedo afirmar que estoy tejiendo más rápido y que no se debe al organizador tipo Pinterest analógico de cartón que confeccioné la semana pasada.

Menos Henry Monstruito -pobre Henry siempre relegado- terminé todo en lo que estaba trabajando y ya empecé un mandala a crochet de colores.

Mi corazón también se acrecentó. Pese a la enorme tarea que Silvia y yo aceptamos colgarnos voluntariamente en nuestras espaldas y que nuestros teléfonos y computadoras vibran, suenan como cáscabeles y brillan como bola de boliche a cualquier hora del día, me siento hiper feliz con lo que estamos haciendo.

Pienso en Laly, que en paz descanse, la vecina que me enseño a tejer hace veinte años y le expreso mi gratitud dondequiera que ella se encuentre ahora.

Pienso en mi hermanito de un año que estuvo un mes y diez días peleando por su vida en una incubadora. Ahora es un niño fuerte y sano.

Pero me pregunto: ¿acaso hubiese podido estar solo diez días o menos si yo hubiese tenido conocimiento del proyecto de los pulpos en ese entonces?

Pienso en todas las personas que trabajan en las Neo de todos los hospitales del mundo, personas con un corazón enorme que cuidan a esos bebés como si fuesen propios. Reflexiono en lo que esta iniciativa puede significar para ellos y para los preocupados padres de esos niños.

De a ratos le pregunto a Silvia ¿en qué lío nos metimos? Y nos reímos a carcajadas.

Porque yo me meto en cada brete. Pero recuerdo que estoy dando lo mejor de mí, que estoy extendiendo lo que amo hacer a más personas, que los talentos que nos son dados como regalo divino son para servir y eso es precisamente lo que estoy haciendo, desde el lugar en el que me encuentro y con las posibilidades que tengo al alcance.

¡Y todo esto se siente tan bien!

Y como estoy tan feliz... ahora me voy a tejer un pulpito, para recordarme una vez más cuanto vale la pena meterme en estos líos.

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