Otra vez las tres de la madrugada. Aladín y el genio complotados una vez más, no me dejan dormir.
Voy a cambiar el nombre de este blog por el de "Diario de una Noctámbula"...
Noctámbula:
dícese de aquella persona que escribe para poder ir a dormir en paz, ya
que su Aladín extranjero y el genio creativo interno, rompen mucho los
kinotos a las tres de la mañana, y le instan a escribir.
El genio sale por las madrugadas, cuando todo está tranquilo y en silencio, porque sabe que durante el día y con el ajetreo cotidiano, generalmente no le presto atención. Por las noches sí, me doy mi tiempo para reflexionar acerca de lo experiencias vividas durante la jornada.
Sumésmole el hecho de que temporalmente no tengo servicio de Internet, así que no me distraigo revisando notificaciones de redes sociales.
Agreguémosle también el suceso de encontrarme, junto con mi marido y mi hijo, en casa de mi suegra. Le copamos su hogar huyendo de los cuarenta y dos grados centígrados de calor que se sufre en el nuestro.
Estoy como bicho raro, en casa ajena, fuera de mis rutinas habituales, los objetos conocidos, los rituales acostumbrados.
Y de eso quiero hablar hoy. Del bicho raro que casi toda mi vida creí ser. Y de mi concepto personal de éxito.
Aparentemente son dos cuestiones que nada tienen que ver la una con la otra. Pero Aladín ya frotó la lámpara y me mostró que sí: hay relación entre estas dos ideas. Además estamos a mitad de diciembre, el mes de poner todo en la balanza, el mes de reflexión.
Como venía diciendo, casi toda mi vida me sentí una bicha rara por muchas razones: crecí en un hogar disfuncional, era zurda y mis compañeros del colegio se asombraban, se maravillaban o me rehuían.
Era la única hija mujer, y crecí entre varones. No me crió mi madre, sino mi abuela. Crecí tocando la guitarra en una época y en una ciudad donde los músicos no folkloristas no estaban del todo bien vistos. De adolescente me volví artesana y me llamaban hippie. Mis compañeras adolescentes iban al boliche/discoteca y yo me quedaba en casa leyendo libros. Comencé a fumar cigarrillos a los trece años, y la gente creía que era drogadicta.
Me vestía más bien tirando a un varoncito que a una señorita, porque mi madre, al momento de hacerse cargo de mi, no pudo o no supo enseñarme a cuidar mi aspecto ni mi femineidad.
Mis amigas trataban de asesorarme, pero ella decía que yo no merecía que se gaste tanto dinero en mi apariencia. Generalmente la "ropa linda" que vestía, me la relagaban mis amigas o mis primas de pura lástima.
No solía pasar mucho tiempo hasta que mi madre sin querer las arruinaba en los lavados, despintándolas, tiñéndolas de otro color, o malogrando el género al dejarlas en remojo más de la cuenta.
Quizás, y viéndolo en retrospectiva, yo no era tan bicho raro. Pero las cosas en casa hacían que yo tuviera muchísimas dificultades a la hora de relacionarme con mis pares. Nunca terminaba de encajar.
Con tan baja autoestima y confianza en mi misma, aunque el espíritu emprendedor, y el hervidero de ideas en mi cabeza me acompañaron desde siempre, no llegué más del colegio secundario, dos carreras universitarias inconclusas, y trabajos temporales con una paga muy por debajo de las responsabilidades que asumía.
Hasta mis treinta viví con esa sensación de "No pertenezco aquí", "¿Qué se supone que debo hacer?", "Mi vida no tiene sentido", "No encajo en ningún lado", "¿Cuál es mi lugar en el mundo?"
No sé exactamente como llegué a hacerme las preguntas correctas para luego poder definir mi propio concepto de éxito. Fue un summun de varios factores: los libros que leí, la gente nueva que conocí, los errores que cometí, las experiencias que por nada del mundo quería volver a repetir.
Tampoco sé como logré asumir mi verdadera naturaleza: soy una artista. Soy sensible a la belleza que habita en todas las cosas. Puedo encontrarla allí donde mire. Puedo disfrutarla. Puedo amarla. Pero por sobretodo, soy perfectamente capaz de replicarla y compartirla.
Eso es ser artista para mi: poseer la suficiente sensibilidad cómo para encontrar lo bello en cada cosa y en cada circunstancia, aún cuando esto no sea especialmente evidente: en una melodía, en una sonrisa espontánea, en la mecanicidad de las labores manuales, en una ilustración cualquiera, en una fotografía, en un buen guión, en una película, en las palabras sublimes de cualquier autor.
Sensibilidad hacia la belleza de una brisa fresca, de un instante... de este preciso momento en que soy capaz de mostrar mi propia vulnerabilidad por escrito para que quienquiera que esté leyendo esto, la disfrute también.
Una artista que no se expresa, es como una semilla que cae en el desierto. No puede crecer. Yo era una bicha rara porque mi entorno era un desierto que no me permitía sugir como tal. Yo, como una semilla, sentía y sabía que allí jamás iba a germinar.
Deduje que el éxito se trataba de encontrar el ambiente y las condiciones adecuadas para expresar mi sensibilidad hacia la belleza. Ni siquiera necesitaba reconocimienro externo. Sólo encontrar mi tierra feŕtil y nada más. Sólo expresarme y basta.
Así nació este blog, de mi necesidad interior de expresarme. Que mis escritos hayan sido leídos por cincuenta y dos mil personas es un regalo. Pero no fue el fin que perseguí. Si lo hubiese sido, habria truncado desde el inicio, mi libre expresión.
Gracias a Dios, el cielo, los ángeles que me acompañan y al Universo, encontré mi lugar, veo claro mi camino y ya hace tres años vivo sin sentirme un bicho raro. Creo que estoy en el sendero correcto porque me siento libre de expresarme, y ese es el éxito que siempre soñé alcanzar.
¿Y que tenían que ver dos ideas tan diferentes como "bicho raro" y "éxito"? Justamente lo que ya dije: me siento exitosa al poder expresar lo que mi sensibilidad capta del entorno, y eso me da un sentido de pertenencia que jamás había experimentado en mi vida.
Conseguí terminar de comprender esto cuando le regalé a mi papá los Beatles y el Submarino Amarillo amigurumi, que le había prometido hace un año atrás.
Más que un regalo para él, creo que lo fue para mí: saboreé con deleite ese momento en que él tomó los amigurumis en sus manos, sonrió, y se le iluminó la mirada. Los ojos bien abiertos, repletos de asombro... como los ojos de un niño.
Mi papá se volvió niño por un momento y yo pensé en cuán fácil es hacer felices a los demás: sólo debemos a ayudarlos a evocar su niñez, remontarlos a aquel estado de inocencia en donde se es feliz porque sí. Y nada mejor que un amigurumi para lograrlo.
Pero papá dijo algo más. Dijo algo que parecía ser la última pieza del rompecabezas que me ayudaba a terminar de comprender cual era la diferencia entre ser una bicha rara y no serlo.
-Esto que hacés es un verdadero arte.
¿Tejer? Pensé. No. Tejer en sí mismo es más bien una labor, una actividad que con práctica, con tesón y con paciencia, cualquiera que se lo proponga puede lograr.
El dijo arte. La forma en que lo expresó me dio la pauta de que mi arte consiste en la peculiar manera que poseo de transmitir a los demás mi sensibilidad hacia la belleza; en mi habilidad de plasmarlo, de mostrarlo.
Me sentí plena al comprender esto. Me sentí normal y no un bicho raro. Sentí que estoy triunfando en mi propia vida al desenvolverme como una artista. Entendí que no cualquiera consigue con facilidad que un adulto evoque su infancia y que sus ojos brillen de asombro y maravilla como los de un niño. Eso sí que es un arte.
Puedo morirme tranquila. Alcancé lo que alguna vez definí que era el éxito
para mí. Lo conseguí a través de los muñequitos que con tanto amor nacen de mis manos, en mi afán de expresar mi indefensión hacia la belleza que habita en todas las cosas.
Que difícil es encontrar aquello q realmente nos completa. Me alegro q lo encontraras. Un beso.
ResponderBorrarEs cierto, es díficil encontrarlo... aunque en el post pareciera que fue fácil hallar eso que me define, y que por ende al realizarlo logro sentirme plena, fue muy díficil, de verdad. No describi los años de noches en vela, o noches de lágrimas preguntándome "¿porqué no soy feliz?" Hallar esa respuesta fue el resultado de muchos errores y muchos años de maduración.
BorrarMientras tanto, escribo sobre ello, para que más personas sepan, que si alguien común y corriente como yo pudo, todos pueden...
Gracias por pasarte y dejar tu comentario!! 😚😚😚