Una piensa en vacaciones y automáticamente viene a la mente una imagen de playa paradisíaca de aguas cristalinas, una reposera blanca, una sombrilla, y un vaso grande de algún trago caribeño con sorbete, adornado con una rodaja de naranja.
Esas
son las vacaciones estereotipadas que generalmente imaginanos al pensar
en el descanso después de un año ajetreado, de mucho trabajo.
Pero las vacaciones reales, en muchas ocasiones dista kilómetros de parecerse a esa foto de revista repleta de arena y sol.
Yo nunca había ido de vacaciones a ningún lado. He hecho un par de viajes cortos al interior de mi provincia, o del país, e incluso viajé a un país limítrofe. Pero mis aventuras turísticas no han pasado de ahí.
En mi familia, esa dichosa palabra "vacaciones" era prácticamente inexistente, y como mucho significaba que papá no iba a ir a trabajar durante un mes. Y en en mi adultez, que yo no iba a ir al trabajo, pudiendo quedarme en casa, patas para arriba, leyendo un libro, tomando tereré de juguito en sobre con mis amigos que no trabajaban o que también se encontraban de vacaciones.
Esta es la primera vez en mi vida que "voy de vacaciones". Y aunque automáticamente asocié la bendita palabra con "descanso", la puritita verdad es que el reposo tan ansíado no se ha hecho presente aún. Y ya llevo dos semanas vacacionando.
Para que se hagan una idea de mi problemática, paso a describirles el contexto en el que me encuentro: casa a veinte metros del río, vista a los cerros, clima agradable, brisa fresca, niño de dos años transitando el apogeo de los berrinches infantiles, cuñada que habla mucho, suegra que también habla mucho, marido tratando de detener las gigantezcas olas de bla bla de cuñada y suegra, e intentando contener los berrinches de niño...
Yo aturdida, saturada, sin saber que hacer, ni adonde escapar. (¡¡¡Help!!!)
Mi hogar, mi silencio, mi paz, mi descanso (mis vacaciones) parecen haber quedado a mil kilómetros de aquí.
He tenido que detener la escritura de estas líneas en tres oportunidades en que mi suegra y mi cuñada, han hecho turnos, relevándose entre sí, para venir a hablarme, pese a que he dejado en claro que estoy escribiendo, es decir, me he tatuado en la frente un cartel que dice NO MOLESTAR, y mis gestos corporales gritan "¡déjenme en paz!"
Como es habitual en mí, me he recluído a escribir -o al menos eso intento- para hacer catarsis y tratar de encontrarle el lado hilarante a la situación, antes de terminar con un chaleco de fuerza, y darme la cabeza contra blancas paredes acolchadas.
Así que vamos al principio. Dadas las virtudes de mi familia política, -concretamente mi suegra y mi cuñada- de las que yo acusaba sobrado conocimiento; a pesar de echarme atrás en dos oportunidades a emprender un viaje tan largo y una estadía aún más larga con personas marcadamente incompatibles con mi manera de ser; mi optimismo, y un exceso de confianza en mi capacidad de gestionar mis emociones al respecto, me llevaron a aceptar el reto, pensando en sus beneficios y minimizando sus contras. Craso error.
Ni yo soy tan buena gestionando mis emociones, ni ellas tan discretas como para silenciar sus opiniones acerca de cómo vivir mi vida, cómo críar a mi hijo, e incluso de cuanto debo cobrar mis trabajos artesanales.
Es fantástico cuanto me han aleccionado a la hora de lavar los platos, en sus consejos de la mejor manera de comer polenta para no quemarme la boca, en que colores son los más apropiados para tejer un granny de crochet, e incluso me dieron su valioso consejo de cuales estrategias seguir para aumentar la audiencia de mis blogs, incluso sin ellas haber visitado jamás ninguno de mis perfiles de redes sociales.
En otras palabras, en estas ¿vacaciones? me he sentido una niña de cuatro años, sin criterio, ni juicio propio, sin voz, impedida de hacer todas las cosas que me dan paz, como cantar, escribir o tejer, a causa de la interminable retórica -duplicada- que además exige atención plena de mi parte para funcionar como es debido.
Consejos, sugerencias, preguntas dirigidas a mí que contestaban ellas e incluso órdenes directas de que hacer en cada momento.
La verdad, cuando terminen las vacaciones, no voy a saber que hacer con mi vida sin sus invaluables consejos. Tendré que telefonear a mi suegra para preguntarle que comida debo prepararle a mi hijo, con que ropa vestirlo, y si sería apropiado enviarlo hoy al jardín, dado el pronóstico del tiempo. También sería oportuno escribir un mensajito a mi cuñada cada vez que esté cerrando la venta con un cliente, para saber cuanto cobrarle por un amigurumi.
El viaje de ida a la hermosa provincia de Córdoba, fue un calvario difícil de describir sin ponerme un poco resentida.
Fueron unas hermosas quince horas, escuchando la agradable música de fondo de los fascinantes comentarios de mi suegra acerca de la ruta, el paisaje, la gente, la familia, análisis profundos acerca del sentido de la vida, el placer de realizar viajes, lo fabulosas que serán estas vacaciones -para ella, claro está-, y las sugerencias/órdenes acerca de los alimentos que debe comer mi crío, entre otras cosas igual de fascinantes.
Como condimento extra, los llantos extremos de mi hijo expresando su disconformidad por el cinturón de seguridad que lo mantenía atado a su sillita para auto. Entre ambos, formaban el combo perfecto para enloquecer a la persona más tranquila del mundo, lo cual no es para nada mi caso.
Me refugié en el tejido, y me hacía la sorda explicando que el motor del auto me impedía escuchar con claridad.
Pese a los reiterados pedidos de mi marido hacia su madre solicitándole que guardara silencio para poder concentrarse en la ruta, sus peticiones cayeron en saco roto.
Es admirable lo que ha hablado esa mujer sin siquiera tomar agua para aclarar la garganta. Si yo tuviera su capacidad vocal podría hacer siete recitales de dos horas en un solo día y hacerme millonaria cantando mis canciones en público. Y solo bebiendo tres sorbos de mate.
Es admirable lo que ha hablado esa mujer sin siquiera tomar agua para aclarar la garganta. Si yo tuviera su capacidad vocal podría hacer siete recitales de dos horas en un solo día y hacerme millonaria cantando mis canciones en público. Y solo bebiendo tres sorbos de mate.
Y si están pensado que me he tomado alguna libertad literaria para describir este hecho, o que de alguna manera estoy exagerando lo aquí narrado para que los lectores rían a carcajadas por mi desgracia, lamento informarles que sólo estoy describiendo fielmente lo que en verdad sucedió. Quince horas. Si señor, quince interminables y fatídicas horas.
Pero esto fue sólo el comienzo, ya que en otro auto viajaban más miembros de la familia, entre ellos mi cuñada que ha seguido los pasos de su madre a rajatabla, haciéndole honor a su virtuosa oratoria siendo incluso más intensa que mi suegra.
Cuando llegamos a destino, como podrán imaginar, la fiesta de voces se torno aún más maravillosa.
-¡Gitanos!- dijo mi marido- parecen gitanos hablando a los gritos. Encima salen y no cierran las puertas. ¿Viven en carpa ustedes?
El despelote de gente, de voces, de pasos, el festival de ruidos... era tremendo. ¿Cómo logra un grupo tan reducido de personas replicar la Torre de Babel e incluso superarla?
Yo me preguntaba a cada segundo que estaba haciendo ahí. ¿Que estábamos haciendo ahí los tres? Mi marido es una persona muy pacífica y silenciosa. Mi hijo, en general suele ser un niño tranquilo que tiene los ataques de berrinches normales para un niño de su edad. Cuando todas sus necesidades están satisfechas, juega solo y tranquilito, ni siquiera se le percibe. En el jardín de infantes, es un niño aún más tranquilo, sociable, que baila, ríe y comparte actividades con sus compañeritos, sin darles mayores dificultades a sus maestras. Y no lo digo yo, lo decía el informe que nos enviaron los docentes en su cuadernito de comunicaciones.
¿Qué diablos estábamos haciendo a mil kilómetros de casa, lejos de la calma de nuestro hogar? ¿Sólo por admirar el paisaje de los cerros? La próxima vez googleo fotos en mi telefono en la comodidad de mi casita y admiro todos los paisajes del mundo que quiera.
Una vez instalados en la cabaña que habíamos alquilado, saqué la ruana que estaba tejiendo. Nada más hacer dos lazadas para tejer la primer vareta doble empecé a recibir una catarata de preguntas, de las cuales, más de la mitad se respondían solas, sin darme tiempo siquiera a abrir la boca para emitir sonido.
El resto de la oratoria en masa se trataba de una avalancha de opiniones y consejos acerca de la misma: ¿Qué estás tejiendo? ¿Para quién es? ¿Cuánto le vas a cobrar? No cobres tan barato, eh, que es un trabajo artesanal. Siiii, lo artesanal tiene que ser bien cobrado. Acordate que vos invertís en material, y en tiempo. ¡Ah, el tiempo que lleva eso! Pero ¿y qué es una ruana? ¿No tiene mangas? ¿Y porqué estás usando ese color tan deslucido? ¡Es muy claro!
Yo, con cara larga y los ovarios muy hinchados balbuceaba: así quiere la cliente, en ese modelo y en ese color.
¡Ahhh, bueno! Te compro el hilo y tejele una también a Martina (no había hecho ni una cadeneta y ya querían que tejiera una nueva ruana). Córdoba es La Meca de los artesanos en Argentina ¿trajiste cosas para vender? ¿Qué cosas trajiste? ¿A qué precios lo vas a vender? No vendas barato, mirá que el trabajo artesanal es laborioso y lleva tiempo... (la repetición de ideas también es una constante para combatir el silencio).
El lector se preguntará a estas alturas como no he mandado a freír espárragos a las habladoras al primer comentario absurdo que he tenido la desdicha de escuchar.
Y existe una razón. Una muy poderosa como para obligarme a sujetar mis manos en puño al costado del cuerpo, a morderme la lengua, a no proferir comentarios mordaces (los cuales se me dan muy bien, especialmente cuando estoy furiosa) y guardar un piadoso silencio frente al ultraje encubierto hacia mi persona, mis actividades y mi forma de manejarme en la vida.
Si hay algo que he aprendido, es que las personas adictas a la oratoria unipersonal, esas que apenas hacen pausas para respirar y seguir llenado el éter de palabras vacías, esas que no tienen el tacto suficiente para percibir que su monólogo no está siendo atendido, que es poco interesante para el interlocutor; esas personas que no sólo son incapaces de escuchar o aceptar opiniones que no sean las suyas propias, afirmando que el resto del mundo está equivocado, personas que no pueden comprender que vivimos en un mundo variopinto, de diferentes culturas, de diferentes opiniones, de diferentes maneras de vivir la vida y hacer las cosas, en un mundo crisol en que la diversidad no sólo es necesaria, sino que también es enriquecedora si aprendemos a apreciarla y a compartirla...
...esas personas son las más susceptibles a las criticas y las más inseguras en su autoestima.
Si en alguna de las pausas que esas personas hacen para respirar, una toma coraje y les señala porque no atienden los asuntos de su propia vida, les marca sus propias incoherencias o les hace notar la falta de congruencia entre sus dichos y sus hechos; o simplemente de puro cansancio, se las manda al mismísimo demonio, esas personas se desmoronan completamente.
Por respeto a la edad avanzada de mi suegra, y conociendo de sobra lo propensa que es mi cuñada a la hipertensión, en un acto heroíco y de suma nobleza de mi parte, he preferido la huída antes que la afrenta, para evitar el contratiempo de tener que salir corriendo al hospital más cercano a causa de la descompensación de alguna de ellas.
Después de todo, si a alguna le da un achaque, seríamos mi marido y yo los que tendríamos que andar a las corridas, si yo osara reaccionar a mi hinchazon de ovarios y al dolor de oídos que me provocan.
Una interrelación por demás desventajosa para mí, que si guardo silencio, me sale una úlcera, y si hablo se desequilibran las dos. Y todo por fantasear con la idea de un descanso admirando el paisaje de las sierras, y disfrutando de la familia. ¡Dios mío, si seré ilusa!
En un par de días me vuelvo a casa. Me vuelvo sola en ómnibus para estar presente en el primer cumpleaños de mi sobrino más pequeño. Todos los demás miembros, incluído mi hijo, quedan vacacionando una semana más.
En un par de días recuperaré mi libertad, y mi integridad. Podré tejer todas las varetas dobles que quiera en la comodidad de mi mesa de trabajo, con mi lámpara de cien watts y no con este foquito de bar que me está dejando aún más miope de lo que soy.
En un par de días recuperaré mi libertad, y mi integridad. Podré tejer todas las varetas dobles que quiera en la comodidad de mi mesa de trabajo, con mi lámpara de cien watts y no con este foquito de bar que me está dejando aún más miope de lo que soy.
Podré lavar los platos y la ropa como se me de la regalada gana y volveré a ser la dueña de mi tiempo y de la salud de mis oídos. Podré escribir salvajemente, mirar mis novelas con auriculares, sin tener que pausarlas cada medio segundo para contestar si me parece agradable el tiempo que hace; tocar la guitarra y cantar sin tener que responder que canción estoy interpretando.
No seré observada, aleccionada, criticada o sugestionada en cada movimiento que haga, ni interceptada en el pasillo de camino al baño, en mi propia habitación cuando me encuentro semidesnuda cambiándome de ropa, o cuando estoy con el picaporte de la puerta de entrada en la mano, a punto de huir de allí.
¿Vacaciones? Las sierras son indiscutiblemente hermosas. Y yo he aprendido que los niveles de estrés a los que me he visto sometida a lo largo del año no son nada en comparación con los índices que he tolerado aquí.
Creo que con esta prueba, ahora estoy lista para comerme el mundo si quisiera. Estoy segura de que aunque este comienzo de año no ha sido nada prometedor para mí, después de esta experiencia, puedo exprimir aún más mi capacidad de trabajo. He trascendido a la Pulparaña Superpoderosa.
Creo que con esta prueba, ahora estoy lista para comerme el mundo si quisiera. Estoy segura de que aunque este comienzo de año no ha sido nada prometedor para mí, después de esta experiencia, puedo exprimir aún más mi capacidad de trabajo. He trascendido a la Pulparaña Superpoderosa.
Quizás estas líneas no han resultado lo suficientemente desopilantes, ni humorísticas como a mí me hubiese gustado, pero quienes siguen este blog, ya saben de sobra cuanto ayuda a mi temple y a mi salud mental escribir mi sentir en este espacio.
Lo vivido en estas vacaciones no se lo deseo ni a mi peor enemigo. No soy una persona tan desalmada ni de corazón tan frío.
Detrás de todos los eventos padecidos, de los cuales he narrado solo un par, hay unas cuantas lecciones que han quedado grabadas a fuego en mi espíritu:
1- Gracias a Dios, mi pequeña familia (mi marido, mi hijo, y yo) no somos una familia normal. Tengo una familia muy especial, muy tranquila, muy pacífica. El contraste de vivencias me hizo darme cuenta de lo afortunada que soy.
2- La huida y el silencio no necesariamente son un signo de debilidad de carácter. En ocasiones son una muestra de heroicidad y fortaleza de espíritu. Comprendí que soy más fuerte de lo que creía.
3- No existe condición, por muy tentadora o atractiva que parezca, que pueda reemplazar la felicidad que me causa zambullirme en mi mundo de notas musicales, letras, hilos y agujas. Ni alegría más grande que compartir mi tiempo y mi espacio con personas afines a mi manera de ser.
4- Mi intuición es mucho mas certera de lo que pensaba. Cuando mi interior me grite ¡no! tendré que hacerle caso y decir NO. No importa lo lindas que sean las sierras, no existe nada más importante que la paz y la tranquilidad. Mi intuición lo sabía de antemano.
¿Vacaciones? Si, las vacaciones comenzarán en un par de días cuando ponga el pie en el primer escalón del ómnibus, me despida del este paisaje maravilloso y pueda volver a tejer una vareta doble sin escuchar nada más que la sinfonía de voces de los pasajeros que hablan entre ellos, sin dirigirme la palabra a mí, sin reclamar mi saturada atención que sólo estará puesta en mi labor de seguir tejiendo sueños.
Entradas anteriores:
Ay, Cecy, cómo te entiendo...! Una quiero hacer el intento de socializar, ser un poco la mujer perfecta para el marido... Que pasen pronto las horas y vuelvas a la paz de tu casa, tus tejidos y tus canciones!
ResponderBorrarDescubrí una nueva coincidencia con vos, mi familia chiquita también es tranquila, silenciosa, respetuosa del reflexionar de cada uno.
Te dejo un beso grande!
Oh oh... El Lado oscuro de las benditas vacaciones!!! Lo positivo y a sabes con quien no irás nuevamente.. La próxima sola con la familia... O elegí tus amistades chamiga.. JAJAJA
ResponderBorrarHola Anny!! Jajaajaj!! Ojala pudiera elegir uma madre y una hermana para mi marido que no hablen!! Jajaajaja!!
BorrarLamentablemente la familia no se elige... la familia politica tampoco!!
Gracias por pasarte como siempre a dejar tu comentario! 😊 Un besote!! 😙
No creas que no fue cómico, o tragicómico, me sacaste más de una sonrisa! :D y perdón que me ría de tu desgracia en estas vacaciones que podrían haber tenido un final feliz, pero solo imaginar cada situación es tan difícil, una locura que pareciera sobreactuada en una telenovela jaja! pero no, hay gente de verdad que es agotadora y otras fuertes como tu que sabrán sobreponerse a este derroche de vacaciones... Espero no se te quiten las ganas de vacacionar, es lindo, solo la próxima vez sigue tu intuición! Buen post! Un abrazo!
ResponderBorrarHola Sara! No me molesta en absoluto que rías, al contrario, me alegra porque yo también río y canalizo en parte esta furia que estoy sintiendo, no por estar lejos de casa, sino por no poder encontrar un hueco de espacio en el cual hallar nuevamente mi paz. Estos últimos días, además de la estrategia de la sordera (aunque no creas ya me han recomendado con vehemencia ir al otorrinolaringologo), he usado la del escapismo y el encierro en mi habitacion...algo han notado, o quizás mi cara se volvió más elocuente, por que un poco han dejado de presionarme... en fin.
BorrarMe alegra que hayas disfrutado del post y gracias por pasarte a dejar tu comentario. Te mando otro abrazote!! 😚😚
Ay. No exageraste nada! Lo que me pregunto es: ¿de dónde me conoces que tan bien relatás mi vida familiar? (Si es que a eso se le puede llamar vida)
ResponderBorrarAbrazo sororo y te deseo felices vacaciones de tus vacaciones!
No creas que me alegra que otras personas padezcan mi sufrimiento...para nada. Al contrario me entristece, porque como decis, eso no es vida. ¿Cómo se puede vivir así y tomarlo como normal?
BorrarNo estoy segura de conocerte porque tu comentario me figura como anónimo 😐
Pero por lo de "abrazo sororo" creo que tengo una ligera idea de quien sos 😉
Otro abrazo sororo para vos y gracias por tus buenos deseos y pasarte por aquí a dejar tu comentario! ❤😚😚😚
Jajaja. No sabes como te entiendo. Y encima mi suegra y mi cuñada pensando q soy una desagradable porque me gusta el silencio y las actividades solitarias. Animo, no estás sola. Un besazo.
ResponderBorrarHola Rida!! Ufff que alivio!! No se si esta bueno que sólo a mi me pasen estas cosas, porque la verdad no están buenas, para nada... pero si que me da alivio saber que no estoy sola!!
ResponderBorrarNo sé como sera en tu caso, en mi caso yo creo que ellas me ven muy bicha rara y es la única forma que encuentran de acercarse a mi y lo único que consiguen es espantarme...en fin. Hay personas que les gusta el bullicio, personaa como tu y yo que preferimos el silencio. ¡Gracias por el acompañamiento y por pasarte a dejar tu comentario! Otro besazo!! 😚😚😚😚