Pulpos y agujas nuevas no me dejan mirar la novela

Y bien. Veremos hasta donde llego escribiendo hoy, porque últimamente como que me cuesta pasar rato frente a la computadora.

Solo tengo ganas de tejer y tejer, o cortar jirones de las remeras viejas de mi marido para hacer trapillo o el deseo insatisfecho de vagabundear frente al televisor mirándome una buena película. ¡Hace cuanto que no miro la televisión! Las pocas veces que miro de reojo cuando está encendida, queda siempre fija en el mismo canal: Disney Junior.

El niño de los pantalones divertidos, emitiendo agudos chillidos que parecen provenir del mismísimo Hades, deja muy claras sus preferencias si acaso me atrevo cambiar de canal la tele.

Hablando de mirar, todavía no miré el capítulo de hoy de mi novela, así que auguro un post bastante breve.

Realmente ando entretenida con otras cosas.

Cada tanto, necesito desenchufarme de cualquier cosa que esté haciendo con ahínco, para volver unos días después, renovada, con nuevos bríos e ideas frescas.

Es claro que en estos días no estuve para nada ociosa. Pero, por favor, por Henry Monstruito ni me pregunten, acabo de cajonearlo, postergado para siempre jamás, lo terminaré algún día, más no ahora.

Estoy en tratativas de tomar un pedido grande de souvenirs para cumpleaños, y como se trata de amigurumis que no he hecho todavía, antes de poder pasar presupuesto, tengo que tejer las muestras; tener una idea de cuanto material voy a precisar, el tiempo de confección, complejidad del muñeco, etcétera.

Para poner más divertido el asunto, no tengo patrones para tejer ninguno de los dos muñecos que desea la cliente: uno es un pulpo con sombrero marinero, y el otro un oso vestido de marinero.

El pulpo no representó gran dificultad, de hecho ya lo he tejido, a ojo y combinando colores en sus tentáculos, porque ¡oh! ¿adivinen que? Se me terminó el hilo celeste con el que empecé a tejer, así que para que el pulpito no me quede rengo, completé con azul. 

Tampoco tenía hilo celeste fino para utilizar el truco del doble hilo. Claro que al igual que como sucedió con la nariz de Olaf no me iba a vestir y peinar para ir a comprarlo. Solución: azul marinero combina perfecto.

Nota: ya he pasado en limpio mis apuntes y pueden encontrar el patrón del pulpo aquí: Pulpo marinero amigurumi (con patrón)

Ahora bien, el oso es otra cuestión. Para empezar el patrón es pago, y en el mundo de los patrones pagos quien no tiene tarjeta de crédito se retira sin pena ni gloria. Justo como en mi caso. Y aunque la tuviera tampoco me serviría de mucho, ya que el muñeco tiene que tener como mucho quince centímetros de largo y el patrón es para un muñeco de veinticinco centímetros.

Comprar el patrón sería en balde, ya que de todas formas tendría que modificar el patrón. Más bien, lo creo de cero y sanseacabó. 

Y como siempre en las oportunidades en las que me veo atrapada sin salida, tengo que usar toda mi voluntad (y mis neuronas) para crear un patrón nuevo sólo mirando infinitas veces una foto. Un buen ejercicio para tejedoras: tejer, destejer, tejer, destejer, proferir alguna maldición, tejer, destejer ¡bravo, lo conseguí! Y la euforia de lograrlo que dura semanas no tiene precio.

El oso también lo empecé y ya lo tengo bastante avanzado, la verdad estoy muy contenta con el resultado.

Para lo que sí me bañé, peiné, vestí y alisté fue para ir a comprar una aguja de crochet. Hace un tiempo, cuando empecé a tejer amigurumis más seguido, me procuré una aguja de tres milímetros que para mi gran suerte, era la fallada de la tanda. Por alguna razón, la concavidad que forma el gancho, no quedó lo suficientemente pronunciada, por ende me da muchas dificultades a la hora de enganchar el hilo, se zafa continuamente.

Así que para ahorrarme más dolores de cabeza, resolví comprar una nueva. Terminé comprando tres agujas: la de tres milímetros, otra de tres milímetros y medio, y otra de cuatro milímetros. Conociendo mi debilidad a la hora de ir a comprar herramientas y/o materiales para trabajar, llevé el dinero justo; sino volvía a casa con media casa de las lanas encima.

Mi marido está esperando que llene sólo un par de cajas más repletas de chucherías, antes de decidirse a echarme de casa, o bien resolver comprarme una casa sólo para acomodar mis materiales.

Y volviendo a los pulpos amigurumis... Hace un tiempo vengo leyendo noticias de que estos muñequitos son muy benéficos para los bebés prematuros, ya que los tentáculos son muy similares al cordón umbilicar. Cuando los bebes tocan el amigurumi, se sienten seguros como si todavía estuvieran en el vientre de la mamá.

Dos semanas después ví en Facebook una publicación de una diseñadora, Micaela Lanzinetti, que había hecho un patrón con las medidas recomendadas para uso de los bebés. Ella lo compartió y su patrón recorrió el país.

Así que esta semana entrevisté a Micaela, le pedí que me contara más sobre los pulpitos y también su historia. Para reforzar la información me puse a investigar y leer más articulos acerca de los beneficios de estos muñequitos. Ahí supe que la iniciativa ya está funcionando en muchos países del mundo, donde voluntarios tejen los amigurumis y luego los donan a los hospitales.

Y esa es otra de las cosas que me encuentro haciendo, escribiendo ese artículo que no va a ser nada corto, pero si muy interesante.

A causa de esto, de hablar con Micaela y leer sobre esa iniciativa de tejer para los bebés internados en Neonatología,  fue que me entraron ganitas de tejer un pulpo, y como no creo en las casualidades, esa misma noche me contactaron por el pedido de los souvenires marineros.

He aquí como me quedo reflexionando acerca de la perfección del Universo y lo inexorable de la ley de atracción: ¿querés tejer un pulpo? Bien, aca tenés la oportunidad de tejer un pulpo.

Y lo tejí.

Pese a que auguré un post corto, como siempre la magia de la escritura me fue llevando, llevando, llevando... y ahora sí, ¡lo siento tanto! Me despido porque tengo que ir a mirar la novela.

Entradas anteriores:

Conocé la Fan Page del Diario: