El sorteo más difícil del mundo

Hace un tiempo ya que vengo bregando en este mundo dos punto cero para dar a conocer mi trabajo y mis capacidades. Si leyeron el anteúltimo post ya saben porqué.

Y si no, aquí se los dejo: Semana productiva y los beneficios de una buena imagen

He leído infinidades de blogs y artículos de gente que ha hecho esto antes y tiene la buena voluntad de compartir sus experiencias y conocimientos con aquellos como yo que recién estamos arrancando y aspiramos a ganarnos un lugar en el mundo.

No digo que pretendo hacerme famosa. Creo que la fama es algo bastante incómodo, especialmente en lo que se refiere a la vida personal de uno; sino que más bien me gustaría dejar de ser invisible y crear una comunidad con personas que compartan los mismos intereses que a mí me apasionan.

Entre los consejos para ganar visibilidad que dan estas personas se encuentra un tip muy interesante que es el de ofrecer a los seguidores premios por participar en concursos y sorteos.

Verdaderamente es una sugerencia muy buena. Lo que no explican ellos son todas las dificultades que una va a hallar tratando de llevar ese consejo a la práctica.

He decidido tomarme con mucho humor los contratiempos con los que me enfrenté intentando organizar un sorteo en mi fan page, porque si me lo tomo literal, hacía rato estrellaba la computadora por la pared.

Desde hace unos meses, para ser más precisa, desde fin de año del año pasado y por motivo de las fiestas, quería largar un concurso ofreciendo como premio algunos de los trabajos que confecciono. Por falta de tiempo y gracias a Dios, exceso de encargos de clientes, lo venía postergando para más adelante. 

Y hubiese seguido postergando de no ser por esa vocecita insistente adentro de mí que susurraba día tras día: "hacelo ya, hacelo ya mismo, no procrastines, dale, ¡hacelo ya ya ya!"

No se si porque me harté de escuchar esa voz chillona, o porque me sentía culpable procrastinando, me dijé: "Muy bien, larguemos un sorteo y sanseacabó."

El proceso creativo de organizar un triste concurso es más dificultoso que tejer en amigurumi un pesebre entero, con José, María, el niño, los burros, las ovejitas, el ángel Gabriel y los camellos de los tres Reyes Magos. Ah, y la estrella de Belén, claro, pero usando un escarbadientes en vez de aguja.

Me hizo pensar ¡y mucho!

¿Qué voy a sortear? Unos mandalas en crochet, si, pero tengo sólo uno terminado. Es poco premio para enganchar el interés de la gente. Y hay un alto porcentaje de la población que no sabe que son esos objetos circulares. Antes de sortearlos voy a tener que andar explicando que son.  ¿Amigurumis? No tengo ninguno terminado. Y los que están terminados, son pedidos. ¿Bijouterie? Mmm... no le veo futuro. ¿Y si sorteo un chaleco de crochet? Genial, Cecilia, ¿tenés ganas de destejer otras treinta y cuatro veces más? 

¡Ah, ya sé! Un top de crochet, ahora es el momento justo para sortearlo, antes de que termine el verano. Lo hago a medida de la ganadora y en el color de su elección. ¡Sí, eso es! Un crop top de crochet. Perfecto.

Y ¿cuando sorteo? Ufff...

¿Cuáles van a ser las bases para que la gente participe? Mmm, creo que mejor me voy a fumar un pucho a la terraza antes de que me exploten las neuronas.

Cuando pude definir qué, cómo y cuándo, el siguiente obstáculo fue redactar el texto del consurso. Debía ser conciso, claro y en lo posible, breve. Y a mi que me gusta escribir en difícil, con todos los piripipís, que me voy por las ramas...

Estuve un buen rato escribiendo bases y condiciones, entrega del premio, cómo iba a ser emitido el sorteo, a cargo de quién iba a estar la entrega, etcétera, etcétera, etcétera... ¡¿para que?! Y esto es el colmo, gente. ¡Para que no lean! Ríanse conmigo o ayudénme a estrellar la computadora por la pared, una de dos.

Unas pocas chicas leyeron las bases. Para ser más exacta, siete de ellas. Siete concursantes. De un par de docenas de aspirantes.

No era muy difícil llevar a cabo tres condiciones que, como mucho, insumen un par de minutos cumplimentarlas, para obtener gratis un trabajo que a mí me lleva una semana de confección. Un top tejido a mano,¡ a-ma-no muchachas!. Mi energía, mi corazón, mi tiempo en un producto único, a medida, en su color preferido.

Era muy fácil, además de ser trillado, darle like a la página, compartir la publicación del sorteo, etiquetar tres amigas. ¡Listo! ¡Enhorabuena, ya estás participando del sorteo de Aramela Artesanías! ¡Hasta te envío un mensaje privado de confirmación! ¿Que más quieren? ¿Que baile desnuda la danza de los Siete Velos? ¿Que haga chasquear los platillos como el mono de los pensamientos de Homero de los Simpson? ¿Mi alma?

Mi alma es de Dios. Ahora respirá hondo y repetí conmigo: No me voy a calentar, no me voy a frustar, no voy a estrellar la compu ni el celu por la pared...me tranquilizo, me sereno, fluyo... Pero ¡¿Cómo no van a leer?!

Por suerte mis colegas tejedoras empatizaron conmigo cuando expresé mi frustración por Facebook.

Mariela de Chibigumis me escribió: "¡Bienvenida al Club!"

Perla de Hecho a Mano es Mejor agregó: "A mi también me pasó lo mismo en el sorteo que hice."

Cuando menos me di cuenta estaba ríendo a carcajadas. No sólo a mi me pasaban estas cosas. Entre ellas y yo hemos llegado a la conclusión de que las personas que leen son las que menos abundan, especialmente en el mundo virtual donde la imagen lo es todo. 

Tan así es, que cada vez que hago un meme para la fan page, este recorre el mundo y nunca tiene menos de tres mil vistas, además de que siempre cosecho una docena de likes para la página a través de ellos. No sucede igual con los sorteos ni con los contenidos en los que me esmero días y semanas tratando de ofrecer calidad.

Al día siguiente una amiga me envió un mensaje avisándome que no había etiquetado a sus tres amigas porque estaba fuera de casa y desde la aplicación del celular no podía hacerlo. Al principio no entendí su mensaje. Lo comprendí cuando agregó: "Te lo digo para que no me escraches en Facebook afirmando que no leo".

Y me volví a reir.

Porque de estas cosas no queda más remedio que reírse, tomarlas con humor.

El porcentaje actual de personas que leen contenidos no solo está por el piso, sino que para ratonas de bibliotecas como yo que leen hasta el dorso de los envases de los comestibles, resulta alarmante.

Así que para cerrar el tema y aprovechando el contexto, a vos lector/a que leíste este post hasta el final por amor a la lectura,  porque te atrapó la trama o porque te suscribiste al blog para no perderte ninguna de las sandeces que escribo, dejame expresarte mi infinita, pero infinita e inconmensurable gratitud. ¡Mil gracias por leerme!

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