Ya me vengo tardando con el post semanal del Diario. Me vengo tardando porque ¡tengo pedidos pendientes hasta el cuello!
Ojo
¡que no me quejo para nada, eh! Gracias a Dios tengo más trabajo del
que me dan las manitos para tejer. Y eso es fantástico, lo admito.
Pero
me vengo tardando con el post del Diario, con el de Aramela Artesanías,
con las publicaciones programadas en las redes sociales.
Voy pateando las tareas para después y eso incluye, claro ¡cómo no! los platos amontonados arriba de la mesada de la cocina y un video tutorial a mitad de editar.
Sin embargo no pasa mucho tiempo sin que sienta la vehemente necesidad de escribir.
Por eso, heme aquí a las tres de la mañana, disfrutando del silencio reinante y con esa imperiosa necesidad de expresarme por escrito.
Tejer tanto estos días me dio la oportunidad de escuchar muchos audiolibros educativos. Audiolibros sobre crecimiento personal, marketing, trato con las personas, etc. Y ya ven que si es bueno el contenido que devoro porque últimamente tengo más pedidos que manos.
Sin embargo hay preguntas que plantean esos audiolibros en las que nunca me había detenido a pensar. Preguntas que ahora trato de responderme. Y digo que trato, porque acabo de darme cuenta de que no me es tan fácil contestarlas.
Ya he contado en alguna oportunidad que empecé a tejer muñequitos cuando quedé embarazada, para poder tejerle cositas lindas al ahora niño de los pantalones a lunares divertidos, otrora bebecito recién nacido.
Mirando los últimos diez meses de mi vida, jamás imaginé llegar tan lejos. Desde ese osito en amarillo pálido que mi marido bautizó Muti -porque estuvo varios días arriba de la mesa desmembrado, sin coser, y parecía "mutilado"- a llegar a un dinosaurio de nivel tejedora intermedio que publiqué en Instagram sin terminar y ya me habían encargado tres más.
Pienso en ello y por momentos no doy crédito a lo que sucede.
O más bien, la inseguridad en mi mísma sigue haciendo mella en mi persona como le es habitual.
Quizás sea esa misma inseguridad, o el no poder creer que merezco lo bueno que estoy viviendo, lo que me impida responder con claridad las preguntas que plantean los audiolibros que escucho.
Una de esas preguntas es: ¿Cuál es su meta? ¿Adonde pretende llegar? ¿Cuál es su misión-visión?
Y yo me quedo petrificada cada vez que escucho la pregunta "¿Cual es su meta?"
¡What's fuck! ¿Meta? Señor Relator de audiolibro, ya le dije que comencé con Muti hace dos años atrás, no había ninguna meta. Queria tejer un muñeco para mi hijo. Que haya mejorado la calidad de los muñecos se debe -nada más ni nada menos- que a la práctica. De ir ensayando nuevas maneras de hacer las mismas cosas. De tejer, destejer, y volver a tejer. Mi meta era tejer un muñeco.
Hasta que tropecé con los grupos de amigurumis enviciándome sobremanera con todos los gumis que veía allí. Quería hacer este muñeco, y este, y este otro. Aquél también. ¡Quería tejerlos todos!
¿Y el blog, Cecilia? ¿Que tenés para decir del blog? (Acá aparece mi crítica interna, y es bueno escucharla, porque al igual que yo, también se venía tardando en aparecer).
El blog ya lo tenía creado, al igual que la fan page, desde hacia un par de años atrás. El blog fue un hermoso experimento porque cuando empecé a publicar no tenía ni idea de que estaba haciendo.
Fue la curiosidad de querer saber como atraer visitas lo que disparó que me devorara cientos de tutoriales sobre SEO, optimización, keywords y demás yerbas.
Asi que volvemos al principio. ¿Metas? ¿Cuales metas? ¿Vender muñecos? ¿Obtener visitas para el blog? ¿Likes a la fan page? Esas eran las metas que fueron surgiendo a medida que iba avanzando. Y las he ido alcanzando. Pero no hay una meta última, una cima que alcanzar allá en el horizonte de los años futuros y si debiera existir yo no sé como plantearla. O más bien, no tiene nada que ver con lo que hago ahora.
Claro que voy a seguir tejiendo, doblando alambre o mirando aquel rincón de la cocina con el ceño fruncido preguntándome ¿cómo lo puedo mejorar y embellecer? Y ya mi cabeza empezará a trabajar a toda velocidad imaginando cosas, objetos, evaluando materiales y herramientas necesarias para llevar a cabo la idea.
Eso es inevitable en mi. Trabajar con mis manos ya sea escribiendo o creando es prácticamente una condición de mi persona, un rasgo enquistado en mi rutina diaria.
Pero ¿qué metas Señor Relator? Jamás fue mi meta trabajar vendiendo muñequitos por mucho que ame hacerlos. Fue algo que fue sucediendo sólo y casi sin que me diera cuenta. Sobretodo porque ahora se venden solos.
Mis metas siempre fueron grabar discos y escribir libros. Seguir componiendo canciones. Expresar mi yo más puro y auténtico a traves de la música y las letras.
Y aunque también es inevitable que una parte de mi yo más puro y auténtico se vaya en cada uno de los muñecos que tejo. Aunque me apasione y sienta un deleite divino cada vez que tengo la aguja en mis manos... poder sentir la textura del hilo, disfrutar de sus colores; sigo preguntándome ¿adonde estoy yendo con todo esto que estoy haciendo? ¿Adonde apunto? ¿Cual es el fin ultimo de todo?
¿Cuál es la meta?
Y no tengo respuesta aún.
Lo unico que sé es que pese a mis dudas voy por buen camino. Obtengo mucho feedback positivo tanto de la gente que sigue este blog como de aquellos que siguen el blog principal, la fan page y especialmente, lo que considero de verdad importante: de los pequeños adoptantes de muñecos. Sus sonrisas y exclamaciones de júbilo son el mayor regalo que recibo.
Así que aunque aún no se adonde voy y me urge averiguarlo, no tengo ninguna razón por la cuál quejarme de lo que estoy haciendo. Amo lo que hago aunque no sepa adonde me dirijo.
Sólo me andaba tardando en escribir el post semanal y pasaba por aquí a decirles:
¡Hola! Soy Cecilia, la artesana insegura detrás de este Diario. No se adonde voy, pero si sé que me estás leyendo ahora porque en alguna oportunidad me lo hiciste saber. También sé que te divierte lo que escribo, y en muchas cosas te sentís identificada con mis vicisitudes. Escribo ya no solamente porque necesito hacerlo, si no también porque sé que vos del otro lado de la pantalla, estás esperando leerme.
Por eso cuando las cosas le trascienden a una, cuando van mas allá de la persona en sí misma, una continúa adelante con lo ya emprendido por amor y respeto a las personas que la alientan.
Asi que este post, es para ustedes. Me andaba demorando, sin embargo siempre los tengo presentes. Gracias por leerme.
¡Andaba cerca y pasé a saludarlos!
Por lo pronto me voy a dormir que mañana hay que seguir tejiendo. Que tejer mucho incita a la reflexión en cosas profundas, en las metas que todavía no están fijadas, y en el presente rodeado de personas que la alientan a una.
Me encanta.
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