Es una hermosa tarde de invierno, soleada y agradable.
Salí a la terraza a escribir éstas líneas, y como el clima está precioso no me mojaré las pantuflas.
Hace
unos días atras, luego de seis largos meses terminé el muñeco de Henry
Monstruito que comencé cuando inicié este blog y este Diario.
Por
algún motivo, tengo la fuerte sensación de que ha concluído un ciclo y
estoy empezando a vivir un nuevo comienzo. No sólo por haber terminado
por fin de tejer y armar a Henry, sino por muchas otras cosas que fueron
ocurriendo durante éstos días.
Pero sí que pienso que esa afirmación es correcta. Henry marca un antes y un después.
En lo que va de estas dos semanas el post anterior del Diario ha alcanzado la friolera de veintinueve mil visitas. Un récord rotundo para este y mis otros blogs.
Podía imaginarme que al escribir sobre el valor de los trabajos artesanales iba a "levantar el avispero" o generar alguna que otra polémica.
De hecho, el tema nos pone sensibles a todas las que trabajamos con nuestras manos. Lo que no esperaba, ni podía predecir era la identificación que iba a generar entre tantas mujeres alrededor del mundo.
Las chicas que leyeron el post me han dicho cosas hermosas o me han dado las gracias por ponerle palabras al sentir de todas nosotras. Algunas me han dicho incluso que me quedé corta con la descripción de lo que en verdad cuesta realizar un trabajo artesanal.
Si, he omitido muchas cosas que hubiese querido incluir; pero en ese caso, el post iba a parecer una Biblia, y no quería aburrir a los lectores.
Creo que el tema da -¡y cómo!- para una segunda parte.
Otra cosa maravillosa que ocurrió en mi vida éstas semanas fue el descubrimiento del Bullet Journal. El Bullet Journal, en plena era digital, es una especie de agenda u organizador de listas y tareas totalmente analógico. Es ni más ni menos que mi cuaderno de diario, sólo que incluye mis actividades y pendientes, junto con otros apartados como: "Libros que quiero leer" o "Lista de Clientes". Todo en el mismo cuaderno.
El Bullet es invención de un diseñador, creo recordar que su apellido es Carrol. Le besaría los pies a este señor Carrol porque llevo mi Bullet hace cuatro semanas y me ayuda muchisimo a organizarme, a planificar a largo plazo, además de que puedo desplegar mi creatividad adornando las secciones con dibujitos y frases motivadoras.
Me encanta, me encanta y simplemente me encanta empezar el día abriendo mi Bullet Journal, y cerrar la jornada con el.
Es muy refrescante para mi corazoncito de escritora de diarios intimos devenida emprendedora que necesita organizarse con eficiencia, un sólo cuaderno con toda la información que necesito a la mano, y con espacio para mis reflexiones y dibujitos. Me encanta.
Sin embargo, aparte de celebrar durante semanas "el día que terminé a Henry Monstruito", la gratitud por las visitas al post anterior, y el maravilloso Bullet Journal, me ha ocurrido algo todavia más hermoso...
Pienso en ello y creo que soy capaz de llorar de emoción. Por fin tengo algo que todas las tejedoras desearían tener en sus casas, un artefacto fabuloso.
Le debo a mi marido el ingenio de haberlo fabricado para mi, y agradezco no haber tirado a la basura aquel ventilador viejo que ocupaba espacio muerto en el dormitorio, y me dificultaba la limpieza a la hora de barrer.
¿Ya se pueden imaginar qué es?
¡Un ovillador de hilo! Un ovillador casero. Esteticamente horrible quizas, pero que cumple su función perfectamente. Ahorrarme las horas que invierto ovillando lana, y disminuir también las posibilidades de enredarla. ¡Estoy en-can-ta-da!
Mi marido filmó un video donde se refleja mi alegría y emoción al usar el artilugio por primera vez, pero no lo compartiré aquí porque me veo despeinada y eso me da vergüenza.
Es increíble que algo tan fabuluso y útil para mí pueda provenir de un viejo ventilador.
Con el eje que hace girar las paletas del ventilador, dos pedazos de madera terciada en cruz y unos cuantos tornillos autoperforantes, Rafael, mi marido, convirtió mi sueño en realidad. A diferencia del señor Carrol, mi marido estaba al alcance, así que lo llené de besos; que bien merecidos los tenía.
Con el eje que hace girar las paletas del ventilador, dos pedazos de madera terciada en cruz y unos cuantos tornillos autoperforantes, Rafael, mi marido, convirtió mi sueño en realidad. A diferencia del señor Carrol, mi marido estaba al alcance, así que lo llené de besos; que bien merecidos los tenía.
Mi amiga Laura ya bautizó al artefacto "Ovillador Rafa 2000". Creo que me gusta mucho ese nombre. Y todavía más me gusta mi ovillador.
Especialmente a la hora de ovillar hilo finito. Antes me llevaba una hora reloj terminar la madeja. Ahora ese tiempo se redujo a la mitad.
Y no fue sólo el eje para el ovillador casero lo que me brindó ese viejo traste de ventilador que no andaba. Con el pie y base de metal me voy a fabricar un lindo perchero para colgar bolsos y abrigos. ¿Qué tul?
En este nuevo ciclo tengo Bullet Journal para organizarme, ovillador para hacer más eficaz el trabajo y un montón de corazones que se sienten identificados con lo que escribo. ¿Que más puedo pedir?
¡¿Qué que más puedo pedir?! Que nadie me encargue otro Henry Monstruito, por favor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
¿Qué te ha parecido el post? ¡Me encantaría conocer tu opinión! Escríbela en los comentarios que ¡vengo corriendo a leerte!