jueves, 8 de noviembre de 2018

Prosperidad





Hace muchos años trabajé atendiendo un kiosco. Bueno, eran varios en realidad: una cadena de ellos, con diferentes sucursales. Iba al que me designaran, y rotaba de local de una semana a otra.

Era la época en que se sistematizó el transporte público. Los choferes de los colectivos ya no tomaban nuestro dinero para darnos un boleto a cambio, no. Gracias a unas maquinitas en donde se introducía el valor del pasaje en monedas, el chofer quedaba liberado para conducir y atender el tráfico.

Para mí, todo eso era una verdadera pesadilla. La máquina a veces se tragaba las monedas, o no las reconocía, haciéndolas caer desde la parte superior de la máquina, hasta un receptáculo similar al de las tragaperras; solo que más diminuto. Si llevaba encima la cantidad justa de monedas, eso era un problema: no podía viajar.

Por supuesto, prefería caminar -o mejor dicho, peregrinar hacia mi destino- antes que pasar por el tormento y la vergüenza de sentir en la nuca el aliento de diez personas apuradas esperando su turno para introducir el valor de su pasaje, y la mirada impaciente tipo rayos X del chofer a través del espejo retrovisor.

Cuando era inevitable viajar en bondi, juntaba cada moneda y las guardaba como si valieran lingotes de oro.

Y no era la única que pensaba así. La mitad de la población de la ciudad que se desplazaba de una punta a la otra por medio del transporte público, también atesoraba las monedas y las conservaba a buen recaudo, no vaya a ser que fueran a faltar cuando se las necesitara.

Naturalmente, esto provocó una escasez general de estas hermosas fichitas de metal, que por sí solas no alcanzaban ni para comprar un alfajor, pero todas juntas significaban poder viajar.

Por todos lados, una se encontraba con el consabido "No tengo monedas ¿Te puedo dar un caramelo de vuelto?

No estoy segura de si fueron los chinos, -recién llegados al país con sus supermecados- quienes inventaron esta frase, o si tomaron la idea de la picardía característica de los argentinos. ¿Qué fue primero? ¿El huevo o la gallina?

De lo que estoy segura es que, aunque los chinos jamás pudieron pronunciar la D, estableciendo el nuevo término monela, tanto unos como otros aprovechaban la carencia de éstas para su beneficio y el de las fábricas de caramelos.

En la cadena de kioscos en la que trabajaba no era diferente. Había una caja llena de monedas de emergencia de diferentes denominaciones. Teníamos prohibido tomar de allí, salvo que el cliente se pusiera violento exigiendo su vuelto.
Por supuesto, esto nunca sucedía.

La gran mayoría de las personas en aquel momento, (me incluyo), dábamos por sentado que no había monedas, y aceptábamos los caramelos que los comerciantes nos ofrecían con un dejo de resignación o con total indiferencia. 

Es inevitable que se me venga la imagen mental del elefante encadenado por la pata a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Mientras es joven y pequeño, aunque tire, estire, o se sacuda, no podrá zafarse de la atadura. Con los años, el elefante crece y se convierte en un animal majestuoso capaz de ejercer una fuerza brutal que le permitiría liberarse fácilmente de su cadena. Con apenas un movimiento de su pata, podría arrancar la estaca de la tierra si quisiera. 

Sin embargo, no lo hace: de pequeño se ha resistido y ha luchado tantas veces sin conseguirlo, que de mayor, ni siquiera lo intenta. Da por sentado que no podrá escapar de allí. Acepta su condición manteniéndose inmóvil.

La falta general de monedas había provocado en la sociedad exactamente el mismo fenómeno del elefante. Simplemente aceptábamos nuestra condición tiesos y desesperanzados. Si no hay ¿qué se le va a hacer?

Podía ver con mis propios ojos la caja de emergencia a rebosar, pero nos adiestraban para entregar caramelos a los clientes y así generar mayores beneficios al negocio. Ya se sabe: mientras algunos lloran, otros optan por vender pañuelos.

Aún así, aunque en los momentos de crisis algunos visionarios sacan a relucir su genio financiero, desde mi perspectiva moral, tener monedas y no darlas era básicamente perpetuar la creencia de la escasez, y mantener a la gente en el engaño.

Me revolvía el estómago entender lo que pasaba en realidad. Me desagradaba sobremanera que para ganarme la vida, tuviera que convertirme en agente de una estafa, que a decir verdad, era a pequeña escala, pero estafa al fin.

Cuando mi supervisor estaba lejos, si tomaba de la caja y le daba a los clientes monedas de vuelto, como correspondía.

Una vez en que no pude hacerlo, le ofrecí caramelos a un señor agregando "¡Estas malditas monedas! ¡Que dificil es encontrarlas!". Y no lo dije porque lo creyera, sino para justificar que estaba haciendo algo que desde mi punto de vista era equivocado.

A lo que el respondió: "No, maldigas. Decí benditas. ¡Benditas monedas! Todo lo que quieras obtener en la vida tenés que bendecirlo..."

El señor se fue con sus caramelos, muy contento. Lo que nunca supo es la lección que me regaló.

Toda esta semana estuve revisando mis creencias acerca de la prosperidad. Me sumé a la propuesta que planteó Andrea, y junto a Gisela comenzamos un reto de veintiún días para trabajar en nuestra abundancia.

El reto llegó como corolario de un exhaustivo análisis de los patrones del dinero que gobiernan mi mente. Para ello, había utilizado como referencia las ideas contenidas en el libro "Los secretos de la mente millonaria" de T. Harv Eker.

Pude ver con claridad que el Universo me estaba enviando refuerzos cuando inicié el reto.

En el post anterior hablé muchísimo sobre valorarnos y valorar nuestro trabajo, sin embargo había una inquietud, una piedrita en el zapato que me molestaba al caminar: si yo me valoro, si valoro quien soy y lo que nace de mí... ¿Porque no estoy viviendo de mi arte aún? ¿Qué me falta para lograrlo? ¿Qué item de esto pase por alto? Si hacer lo que uno ama en la vida, trae la abundancia como resultado, mis números en rojo a final de mes no estarían indicando precisamente eso.

En algún punto debo estar boicoteándome, saboteándome, impidiendo o bloqueando mi prosperidad. Y voy a averiguarlo ya mismo, me dije. 

Así empecé a indagar, a buscar literatura relacionada, contenidos audiovisuales del tema y a trabajar con ese software desactualizado que domina mi cerebro y me lleva a tomar decisiones financieras poco inteligentes. Así llegó el reto.

Descubrí que aunque mi vida se transformó casi por completo desde que comprendí cual era mi propósito e hice el entrenamiento del Camino del Artista, nunca cambié las creencias y los hábitos que aún me mantienen atada a la estaca de los ingresos limitados. Y que no voy a ser capaz de vivir de mi arte si no resuelvo con la mayor celeridad posible mis patrones mentales de pobreza.

Por eso, no hay que dar nada por sentado. Quizás, hace unos años atrás, cuando era una joven elefanta que no podía levantar la cabeza del suelo, me veía obligada a acatar el mandato de mi supervisor y darle a los clientes caramelos en vez de monedas para conservar el trabajo. 

Pero hoy, hoy es diferente. Crecí. Puedo zafarme de la soga y echar lejos la estaca con un leve movimiento de mi pata.

No me pareció casual que un recuerdo tan remoto haya venido a mi memoria así de pronto, y tan acorde al caso. Apareció de repente, cuando me preguntaba que acciones emprender para llevar el amor a lo que hago al siguiente nivel.

En aquel momento, lo que ese señor me dijo, fue novedoso, incluso incompresible. Hoy, a la luz de la nueva información con la que cuento y en la que vengo trabajando, cobró verdadero sentido.

Vale la pena repetirla, no sólo para acostumbrarme aún más a la idea, absorverla, y atesorarla en mi interior, sino también para dejarles algo lindo para que se lleven de este post:

"Bendice todo aquello que quieras obtener"








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8 comentarios:

  1. Este post me dio vueltas la cabeza tuve que releerlo para entender su finalidad..o tal vez hoy amanecí "rubia".
    Por cierto ayer fui a un chino y oh sorpresa no me dio caramelos de vuelto sino un caldito, con lo cual me sorprendió y no pude decir no quiero quiero mi dinero .. jajajajajaja

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    1. Jajajajaja!! Hola "Anny"! Por mas calditos y menos caramelos jajaja!! Despues te explico la finalidad del post 😉 Gracias por pasarte!! Abrazotes!! ❤

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    2. Ahh por cierto aún siguen dandocarmelos por monedas y no son chinos .o Te hago un vale?jaja

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  2. Gracias Cecilia! Muy bueno todo lo que escribís.

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  3. Gracias Cecilia! muy bueno ! A cambiar la mentalidad y bendecir todo desde el aire que respiramos.

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    1. Enhorabuena! Y bendigo también este, tu hermoso comentario! Un abrazo!

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