lunes, 1 de octubre de 2018

El Camino del Artista (Parte II)





Han pasado ya dos meses desde que dejé atrás la fatídica semana cuarta de privación de lectura del entrenamiento del libro "El Camino del Artista".

De antemano lamento la sinceridad con la que voy a decir esto: este post lo escribo para mí. Para recordarme lo que he vivido, para darme fuerzas para terminar el entrenamiento, que actualmente lo tengo en stand by. Para alentarme a finiquitarlo de una vez, porque me está costando mucho seguir avanzando.

Empecé a ralentizarme en la semana novena. Para la décima, me sentía fastidiada. En teoría, debería encontrarme ya en la úndecima: en la recta final para completar las doce semanas.

Pero no. Colgué los guantes con la excusa de que ya descubrí lo que tengo que hacer. Aunque algo adentro mío me dice que en realidad sólo estoy rehuyendo de los ejercicios que me aportarían más claridad y autoconocimiento.

Como sea. En las semanas cinco a ocho ocurrieron en mi vida los cambios más importantes de los últimos tiempos. Quizás podría decir sin equivocarme, que de los últimos tres años.

El más evidente fue mudarnos con mi familia a un nuevo hogar. Las otras transformaciones ocurrieron en mi interior: en la percepción que tengo de las cosas, y en la manera de observar el mundo.

La nueva casa llegó de la misma forma que mi cámara réflex: lo pedí, lo escribí en detalle, especifiqué ubicación, cantidad de habitaciones, instalaciones, etcétera. Un mes después, simplemente ya estábamos viviendo en ella.

Lo digo así a la ligera, y hasta parece como que llegó sin esfuerzo. Absolutamente. Lo deseé, me visualicé en ella y llegó como por arte de magia. Casualmente me encontraba navegando en el sitio adecuado, en el momento correcto. Una llamada y al día siguiente, mi marido y yo vinimos a verla. Se cerró el trato esa misma tarde.

Se encontraba en la zona que había pedido, es espaciosa y luminosa como quería. Gozamos de las comodidades que antes carecíamos por habitar en un departamento. Mi hijo es felíz, tiene su propia habitación, y puede corretear libremente y hacer todo el ruido que es capaz de producir a sus tres años, sin perturbar a los vecinos de la planta baja.

Aunque hay un detalle que no quiero dejar de mencionar porque creo que fue determinante para que encontremos nuestra casa ideal de esta manera milagrosa.  Mientras la buscaba, agradecí mucho el departamento que estábamos a punto de dejar. Saludé a cada una de sus paredes.

Les dije: "Gracias por darnos cobijo todos estos años. Gracias porque aquí pasé mi embarazo y vino mi hijo al nacer. Aquí viví los momentos más felices de mi vida. Aquí tejí mi primer amigurumi. Aquí me descubrí como escritora. Aquí fui inmensamente feliz oyendo los cantos de los gorriones en la terraza. Y tantas otras cosas más."

Por un lado, estaba triste. Amé ese departamento desde el primer día que lo ví. También era luminoso y amplio. Me solía gustar sentarme en la terraza a escribir fumando un cigarrillo. Los vecinos eran toditos buena gente, amables, serviciales. En verano nos derretíamos porque el sol pegaba de lleno en la pared oeste, convirtiéndolo en un verdadero horno, pero salvo ese detalle, todo lo demás me encantaba.

Por el otro lado sabía que sin dolor no hay crecimiento. Ahora tocaba crecer. Era el tiempo. La semilla quería dar su primer brote.

El día que vinimos a ver la nueva casa, al regresar al departamento, encontramos con Rafa, próxima a la reja de entrada, una dama de ajedrez. Era una ficha de plástico. Evidentemente, a alguien se le había caído de la caja del juego.

Como institivamente supe que no podía tratarse de una casualidad me puse a indagar acerca del significado esotérico de la pieza. Gran sorpresa me llevé al leer que la Dama representa el poder material, al servicio del Poder Espiritual, el Rey.

Desde entonces la Reina tiene un lugar privilegiado en mi mesa de trabajo. Me recuerda todos los días que mi trabajo es (parafraseando a Enric Corbera) "el trabajo de Dios".

Un punto bajo tejido, una palabra escrita en Word, un garabato en la hoja, una nota tocada en la guitarra. No importa de que se trate, cualquiera de las expresiones artísticas que surjan de mí, vienen de Él. Son Su trabajo.

Encontrar esa Reina justo al volver de conocer la nueva casa, me hacia sentir de que todo iba a ir bien. De que mudarnos era la decisión adecuada. Que estaba siendo guíada.




Dar con la casa nueva en el mismo barrio, y a sólo cinco cuadras de donde vivíamos, fue fácil. No así la mudanza propiamente dicha. Menos mal que en semanas previas, con esa locura que me había atacado de minimalizarme había podido regalar, vender y tirar una cantidad ingente de chucherías. Caso contrario, la mudanza habría sido una verdadera calamidad.

"No tenemos muchas cosas" le había dicho a mi vecina al comentarle que nos íbamos. ¡Si, claro! Intentá mudarte más seguido, así actualizás tu inventario, querida, me dije sarcásticamente.

En fin. El otro día fui a buscar una zapatilla para ponérmela, y me quedé rascándome la cabeza al descubrir que ya la había regalado. Los contras de la filosofía minimalista: el "voy a guardar por sí acaso" a veces se cumple.

Respecto a los demás cambios, casi todos se trasladaron a mis relaciones "profesionales". Actualizar mis políticas de trabajo. Incluir mis horas de tejido en los precios de mis muñecos.  Devolverve a la fan page de Aramela Artesanías su identidad original de página para mostrar lo que hago. 

Y... dejar de preocuparme tanto por ayudar a todo el mundo para evitar auxiliarme a mi misma. No sólo soy propensa a rehuír los ejercicios que revelarían aspectos de mi personalidad que prefiero no ver, también suelo interesarme excesivamente por los dramas ajenos, como una negación de mis telenovelas interiores.

Retomé también la escritura del libro avanzando con dos capítulos nuevos. Me di panzadas de karaoke, enchufando el micrófono al amplificador de guitarra de mi marido y cantando a los gritos con pistas de YouTube. Recitales gratis para todos los nuevos vecinos de diez cuadras a la redonda.

También en estas semanas de entrenamiento comencé el Curso Básico de Fotografía. Un mundo totalmente nuevo que cada vez me fascina más. Fue allí donde aprendí que tomar fotografías es "dibujar con la luz". Metáfora que tampoco se me pasó desapercibida.

Tengo muy presente que tejo sueños propios y ajenos con mi labor de Dra. Juguetes. Ahora puedo captar esos sueños dibujándolos con luz.

Por cosas como estas sabía que tenía que escribir este post. Era preciso que mirara atrás y me dijera: Mirá cuánto creció tu artista, observá cuanto se ha expandido. Que lejos estás llegando escribiendo todos los días esas benditas Páginas Matutinas que a veces parecen tan latosas y aburridas.

Estas líneas son un recordatorio de que todavía puedo crecer mucho más. Quedan muchas más fotos que tomar, un libro que concluir, muñecos que diseñar, y otros tantos karaokes que cantar, hasta que me denuncien a la Municipalidad por ruidos molestos, claro.

¡Dale que vos podés! Son sólo dos semanas más. Recordá el contrato que firmaste, el pacto que hiciste con vos misma: terminar el entrenamiento, pase lo que pase y a cómo de lugar.

Aunque he pedido disculpas por mi sinceridad inicial, creo que justamente esta es una de las cualidades que más han resaltado los ejercicios de las semanas cinco a la ocho: autenticidad. Ser como una es, sin maquillaje, sin máscaras, sin esperar nada de nadie. Solo ser y expresar eso que se es.

Tengo que volver al principio. Al origen de este Diario, que nació de mi imperiosa necesidad de expresarme por escrito, con todos los pájaros volando, alrededor de mi cabeza, y haciendo nidos en mi corazón. 

Todas las satisfacciones que me regaló este blog fue por mantenerme fiel a escribir lo primero que se me venía a la cabeza. Todas las palabras de aliento, todos los mensajes que me hicieron llorar de alegría, todas las identificaciones con mi mensaje de que nuestra labor como artesanos es imprescindible en el mundo, porque canalizamos Amor desde lo invisible, y con nuestras manos lo tornamos visible. Todo eso fue un regalo. Un regalo a la autenticidad.

El entrenamiento de El Camino del Artista, me ayudó a barrer muchas telarañas. Me animó a buscar mi propia aceptación. A encontrar lo que me gusta a mí. Si transitando este sendero resulta que le agrada a a alguien más, daré gracias por el regalo y seguiré con el trabajo, que no es mío, es Suyo.

Uno de los ejerciciós de estas semanas pedía escribir la siguiente frase en un lugar bien visible para poder verla todos los días:



Se puede apreciar que en vez de escribirla, la edité en un diseñador con la intención de imprimirla. Para que visualmente me impactara más al tropezarme con ella.

Acabo de darme cuenta que la imagen que elegí en aquel momento para contextualizar la frase, también tiene una figura del ajedrez: un peón dorado.

Hasta parece que soy yo la que toma las desiciones en mi vida, pero pasan estas cosas y me convenzo de que no. Soy sólo un simple peón, un instrumento llevando a cabo Su trabajo. 

Después de todo, el mensaje principal del libro "El Camino del Artista" es tomar consciencia de que nuestra creatividad y nuestros brotes artísticos no son sino una expresión de la chispa divina que habita en cada uno de nosotros. El entrenamiento sirve a la finalidad de que reaprendamos a cómo dejarnos conducir y guíar para manifestar lo invisible en el mundo visible.

Comprender esto me da mucha paz, porque entonces ya no tengo que pensar en nada, en cómo le voy a hacer, en que tengo que cambiar, en que nuevos métodos implementar... 

Ya sea que en un momento dado actúe como una altiva Reina, o de repente me convierta en un humilde Peón, no soy yo quien determina el siguiente movimiento. Esta es Su partida, me mueve Su mano, guíada por Su Inteligencia. Me quedo tranquila: la Divinidad siempre gana el juego.








Entradas anteriores:


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2 comentarios:

  1. Hermoso!Gracias. Te leo y te leo y cada vez más me voy dando cuenta de todo lo que soy capaz de hacer pero cuando el miedo te gana paraliza.

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    1. El miedo es inevitable, Norma. Y a pesar de lo que pueda parecer, es saludable. Te marca justo el límite de tu zona de confort. Avanzar o dar el paso aún con miedo puede ser el mayor logro para una persona. Y justo cuando saltas ese límite, te das cuenta que no era para tanto... hay una sóla manera de conjurar el miedo: actuando. Gracias por pasarte y dejar tu comentario. Cariños!

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