jueves, 1 de marzo de 2018

Post-vacaciones: ¿Me siento distinta?




Después de mis largas "vacaciones" en enero, y sacudirme el parloteo acumulado durante dos semanas, como predije en el post anterior, volví a ser yo.

Ya en aquel momento, y como mecanismo de defensa ante el ataque oral al que estuve expuesta, había empezado a sumergirme en el nuevo diseño que quería para el blog de Aramela Artesanías.

En realidad, la idea de renovarlo todo desde cero surgió unos días antes, en el fatídico instante en que visité el blog de amigurumis de una colega que tenía el mismo fondo rosa texturado que poseía el mío.

Mi colega tejedora lleva mucho más tiempo que yo haciendo esto, y por supuesto está mejor posicionada en nuestro nicho de amigurumis. Por ende, la copiona -para el  observador casual-, a todas luces debía ser yo.

Aclaro que esto se debió a la mera coincidencia, ya que Blogger ofrece un número limitado de fondos para el blog, y el único en color rosa es justamente ese que usábamos ambas. Lo elegí porque era el más parecido al color predominante de mi marca: rosado.

Aunque la idea de un nuevo diseño me seducía  hace meses, la postergaba porque era consciente del enorme trabajo que demandaba llevarla a cabo. Empujada por la urgencia de recluirme a un espacio en donde mi suegra y mi cuñada no llegaran hasta mí,  y por la casualidad de encontrar un blog no sólo con un formato parecido, sino con el mismo tipo de contenido que yo publico, me decidí a toda velocidad: ¡manos a la obra! A rediseñarlo todo.

Básicamente todo mi febrero se ha ido en copiar, personalizar, pegar y/o borrar códigos ininteligibles en la plantilla HTML del blog. Aprendí que los colores en esta realidad virtual de Internet (y de programación básica) se escriben con hashtags seguidos de números y letras, como si fueran etiquetas de Instagram o Twitter. También entendí que tanto Aramela, como este mismo Diario, tienen sus propios numerales: utilizarlos concienzudamente, le dan identidad visual y aspecto de profesionalidad a todo el conjunto.

Por supuesto, también me amigué con mi editor de imágenes y me he procurado uno nuevo con funciones adicionales. Cómo si no fuera suficiente guerrear con las múltiples funciones de uno, me la compliqué aún más, aprendiendo a usar el otro. De todas maneras, a ambos los exprimí como si fueran naranjas.

El tejido, bien, gracias.

He tejido varias cosas, pero le he dedicado poco tiempo. Aún así, me las he apañado para tejer dos mandalas en espiral,  una osita, un diablito, dos Snoopys, un mini cohete, un sonajero de conejo, y comenzar un segundo mandala yin yang. También tejí dos tazas de un top a crochet, en dos mañanas de hacer trámites en instituciones públicas. Como para que se hagan una idea de las horas que he pasado haciendo cola.

Ah, y he sacado a relucir mi nulo talento de dibujante para realizar dos esbozos de las que serán mis futuras muñecas, comenzando seguidamente con el cuerpito de una de ellas, dejándola luego por la mitad; sola, triste y abandonada en la caja plástica de los trabajos pendientes.

Mi 2018 comenzó raro y sigue raro. He notado que mi manera de pensar respecto a muchas cosas inherentes a mi oficio ha cambiado radicalmente.

En principio, he admitido que tejer muñequitos se trata de mi trabajo. Puede ser algo divertido como un hobby, de hecho, me divierto mucho haciéndolo, pero es un trabajo. Es mi trabajo, a lo que me dedico. Requiere de mí tanta o más responsabilidad que cualquier trabajo convencional.

Por el momento dejaremos afuera el debate de sí es un trabajo rentable o no -que claramente, no lo es- y deseo dejar constancia escrita en este post que ningún oficinista ni empleado en relación de dependencia cumple tantos roles y tareas como lo hace un emprendedor -en este caso yo-: redactora de contenidos, fotógrafa, diseñadora gráfica, docente, cameraman, editora audiovisual, programadora básica, comunity manager, atención al cliente, marketing digital, docente, psicóloga, empaquetadora, y por supuesto la negra esclava que teje muñequitos.

Este punto en particular me ha llevado a la conclusión de que si sólo se tratara de tejer, de tejer bien, de tejer lindo, todo sería más fácil.

Pero ser artesana es una cosa, y dar a conocer lo que hago, otra muy diferente. Para hacer lo segundo, fue preciso que me educara, devorándome cientos de tutoriales, PDfs, artículos informativos, blogs especializados. Tuve que aprender el "cómo se le hace". Requirió que cultivara habilidades que no tenía, y me vi presionada a ajustar mi conducta a determinados principios y valores a los que quizás antes, no presté tanta atención.

Para cerrar la idea, diré que nadie en su sano juicio cumple con tantos roles y realiza un número tan elevado de tareas que equivalen a miles de dólares de salarios de los profesionales académicamente capacitados para realizarlas, sólo para ganar menos que un cartonero ofreciendo botellas de plástico de residuo en la chacarita. Y que además le paguen en pesos, el colmo.

Pero es que ningún emprendedor apasionado está realmente en sus cabales. No, señor. Es ley. Todos estamos un poco piruchos.

Si no me gustara tanto lo que hago, si no me hirviera la sangre de la emoción cada vez que doy un paso hacia adelante, sino sintiera tanta euforia con cada pequeño logro, sino me deleitara con cada lazada, con el roce del hilo de algodón con la aguja de crochet... si no estuviera tan borracha de pasión por esto, ¡ni en mil años lo intentaría siquiera! ¿Alguién conoce alguna pasión cuerda? Yo no.

Otra cosa que ha cambiado en mí, fue esto de darle manija a la propiedad intelectual de los creadores del contenido que vemos en la web. Con contenido me refiero desde un patrón de amigurumis, hasta una foto en un blog. Todo es contenido: los textos, las imágenes, los diseños, etcétera. Todo lo que vemos en la red, aunque podamos acceder de manera gratuita, necesariamente tiene un creador tras el sitio o página web. De eso más o menos se trata la propiedad intelectual: alguien lo pensó, lo plasmó y luego se tomó el trabajo de colocarlo allí para que todos nosotros podamos servirnos de esa información de manera ordenada y visualmente estética.

En el caso de los amigurumis, alguien en algún lugar en el mundo soñó un muñequito, lo dibujo, eligió sus formas, sus colores, y luego lo tejió. Pero su labor no terminó allí: seguramente buscó la mejor luz y los fondos más apropiados para tomarle fotos. Luego transcribió sus notas en un documento de texto. Por último lo subió a su blog, o lo convirtió en un archivo pdf.

Es trabajo. Es una cantidad ingente de trabajo. Sólo con mencionar que mi único patrón en PDF me llevó dos meses de edición, ya me pregunto yo: ¿No merece nuestro respeto cuando es otra persona la que realiza ese trabajo? Yo creo que sí.

Pero una no llega a este punto hasta que le toca hacer lo propio, en mi caso, mi primer PDF. Esa idea de más respeto por el trabajo de mis colegas me ha llevado a hablar del tema en los dos primeros lives que hice en la fan page, y también me ha hecho reflexionar en que ha llegado el momento de crear lo mío, en vez de reproducir lo ya creado por alguien más.

No se hacen una idea de cuánto me ha afectado emocionalmente tomar esta desición. Y de cuánto ha mutado la relación con mis clientes. Tener que decirles: "Lo siento, no te puedo tejer ese muñeco, porque la autora se reserva todos los derechos, no permite la venta de amigurumis realizados con su patrón."

Aunque el patrón sea gratuito, eh. No estamos hablando aquí de accesibilidad del patrón si no de paternidad de la obra y autoría. Si una diseñadora se reserva todos los derechos, nadie puede explotar su creación sin su consentimiento y aprobación. La ley de Propiedad Intelectual, al menos la de Argentina (y supongo que sus correspondientes internacionales) contempla expresamente los derechos patrimoniales inherentes a los creadores.

Muchos me han dicho: "¡Qué va! No le saques fotos a ese muñeco realizado con patrón protegido por copyright, y vendelo igual. ¿Quién se a enterar si no lo compartís en las redes?"

Si, quizás la diseñadora no se entere, pero yo sí acuso sobrado conomiento. Yo sí estoy enterada. En este caso, no me asusta tanto el artículo 72 del Código Penal que penaliza con prisión de seis meses a dos años las infracciones cometidas a los derechos de autor. Le temo y respeto más a la Ley metafísica de Causa y Efecto que afirma categóricamente: "Todo lo que das, regresa a tí multiplicado".

No me preocupa que la diseñadora se entere y me haga juicio por un muñequito de de cuatrocientos pesos. Bueno, sí también es alarmante, en fin. Pero me pesa más la responsabilidad moral de hacer lo correcto en términos espirituales. Es más importante para mí sembrar mi propio jardín con semillas de cosas lindas y bellas.


Sólo de pensar que en vez de estar escribiendo estas líneas, para ahorrarme tiempo y trabajo, podría copiar y pegar el texto de otra persona para traerles el nuevo post del Diario, se me empieza a revolver el estómago del asco. O pensándolo al revés: la tristeza que sentí el día que vi mi particular manera de escribir, mis palabras tan mías en los muros de Facebook de otras personas, adjudicándoselas como propias...

Leer los comentarios de felicitación a mi texto. Genial. Si, ¿verdad? ¿Les gusta como escribo? Les invito a leer mi Diario, donde redacto muchas otras cosas igual de geniales. Busquen en el muro de quien copió mi texto sus otros escritos geniales, así contabilizan cuántos lleva en su haber. No se gasten, no van a encontrar nada. Sólo yo puedo escribir de esta manera tan particularmente mía.

Traspolemos esto a utilizar patrones para tejer amigurumis: se obtiene el muñeco de otra persona. Lisa y llanamente es así.

Si tengo la capacidad para escribir textos originales, puedo crear mis propios muñecos. Ya he tejido suficientes muñecos ajenos. Los necesarios para dominar la técnica. Es hora de pasar a la siguiente etapa.

Como les dije anteriormente la relación con mis clientes ha cambiado estructuralmente. Otra cosa que también he llegado a decir fue: "Lo siento, no hago trabajos copiados de una foto". Aunque no siga un cúmulo de instrucciones como al usar un patrón, sigue siendo plagio del diseño de otra persona.

Lo peor para mí en este caso, aparte de la responsabilidad moral, es la limitación a mi creatividad. Tener que ceñirme a la técnica, los colores, las formas y el modelo  expuesto en esa foto. ¿He comentado lo mucho que bostezo en el proceso, y cuánta difucultad conlleva terminar estos trabajos de reproducción? Es más aburrido que escuchar la homilía de un sacerdote alemán anciano que usa dentadura postiza, un domingo por la tarde en pleno verano. ¡Aburridísimo!

Solo me he permitido dos excepciones a esta nueva y radical manera de ver mi trabajo: patrones de amigurumis de diseñadoras amigas que permiten la venta. Y patrones de muñecos que me gustan tanto, que necesito tejerlos para mi propio placer. En caso de ser prohibidos para la venta, los dejaré como regalos para los cumpleaños a los que inviten a mi hijo de dos años. Fin del comunicado.

Así de raro empezó mi 2018. Por el camino he cumplido años, y de tanta fuerza que he hecho para no recordarlo, hasta mi marido lo olvidó. Estoy más anciana y a menos distancia de la dentadura postiza del sacerdote aburrido.

Sigo en la titánica tarea del diseño del blog de Aramela Artesanías. Al Diario le ha tocado su parte en el proceso, pero no me metí de lleno a dejarlo tan genial como me gustaría.

El libro del Diario también, bien, gracias. Ha quedado detenido en el tercer capítulo, no por falta de inspiración sino de tiempo. Ya ven que sigo verborrágicamente saludable.

Para organizar mi tiempo comencé a escribir una planificación anual que también ha quedado inconclusa. Redundando hasta el hartazgo: otra vez por falta de tiempo.

Los dos primeros meses del año me he contactado con hombres tejedores que levantan el estandarte de romper con los arquetipos culturales tradicionales. A uno de ellos he entrevistado, Rodrigo Agostino.

Para leer la entrevista aquí: "Los varones también podemos tejer"


En la fan page del Diario he mencionado que tratar con Rodrigo, conocer su historia y su trabajo merecen que escriba un post entero. Porque la experiencia me ha enriquecido profundamente a nivel humano. Creo que es grandioso que el tejido trascienda el género que otrora fue femenino.

Un profe de yoga que también teje se ha interesado mucho en el post de la entrevista, y a raíz de ello, ya está organizando talleres donde conjuga ambas disciplinas: el yoga y el tejido.

En fin. Después de las ¿vacaciones? de terror, me siento  muy distinta, y  no por la contaminación acústica de la que he sido víctima ocasional.

Como pueden apreciar, estoy bastante desorganizada, en pleno proceso de cambios, algo confundida y despelotada. He aprovechado la siesta de mi hijo para escribir al menos un post del Diario. Para no perder esta sana costumbre de ponerme al día conmigo misma y con ustedes, mis lectores, que hacen el enorme favor de leer las sandeces que escribo.

A veces me cuesta creer que hay personas esperando el próximo post. Algunas me envían mensajes por privado preguntando: "Y... ¿Para cuando?" Bien, aquí está. Es increíble que eso me esté sucediendo.

Me voy a ver que hago con mi vida lo que queda del día: si termino de planificar que hacer, si me pongo a tejer, si edito algunas imágenes o en cambio, sigo modificando el diseño del blog. O si en vez de  todo eso, mando todo al demonio y me miro una buena peli en Netflix, sólo para regalarme el permitido de la semana.

Mi trabajo es muy lindo, pero no todo en la vida es trabajo. Qué bueno que escribir no sea un trabajo. Que maravilloso es darme cuenta -ahora mismo- que lo único en lo que no he tenido que reproducir el trabajo de otra persona para aprender, fue escribir en este Diario.

Este Diario es lo más original mío que van a encontrar en mis redes sociales: mis palabras, mis reflexiones, mi historia. Mi yo más auténtico está plasmado en cada línea de cada post.

No seré profesora de Lengua, ni tendré el estilo más pulido del mundo. En realidad no sé si puedo denominarme "escritora", según los estándares establecidos por la literatura. Da igual. Este Diario es mi yo más auténtico, mi creación más original.

Dios quiera que mis muñecos y mis trabajos futuros puedan seguir el mismo destino que este Diario.

Amén.






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8 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Un cascabel haciéndose sentir, brillante y luminoso? Solo podías ser vos 😊

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  2. Como siempre genial!!! Y relato profundo existencial ameno y divertido..

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    1. Anny!! Mil gracias!! Siempre estás ahi!! Que lindo!! Te mando un abrazote!!

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  3. Hermoso post!!!

    Me encantó!!!

    Avanti con la planificación!!! Es inversión en tiempo!! Es como hacer la caña de pescar para pescar mejor que con la mano!

    Gracias por dedicarme un espacio en el post y que haya generado esa fusión entre el yoga y el tejido!! Lo celebro!!!

    Un placer leerte!!!

    Saludos!!

    PD: Soy Rodrigo Agostino, pero no me deja firmar. debe ser porque no tengo g+

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    1. Hola Rodri!! Que placer es verte por acá!!

      De las charlas que tuvimos puedo hacerme una idea de lo organizado, metodico y analista que sos... no conozco nadie más que haya hecho un calculador de vueltas y puntos para utilizarlos en una labor de dos agujas! Es genial eso!!

      Voy a seguir tu sugerencia y retomar la bendita planificación (aunque la termine en junio jajaaj)

      Gracias por leerme y aún más por pasarte a dejarme tu feedback!! Te mando un abrazo enorme!! 😊😊😊

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